Como vimos en elartículo publicado el 4 de octubre en el Día de la Naturaleza, los árboles realizan funciones biológicas y espirituales que son imprescindibles para el equilibrio del planeta. Además de eso, están dotados de capacidades mucho más amplias de lo que la mayoría de las personas supone, siendo capaces de responder a la forma en que se les trata y de reaccionar al estado de ánimo de los seres humanos.
Teniendo esto en cuenta, una de las intenciones de la Comunidad-Luz Figueira, ubicada en Carmo da Cachoeira, Minas Gerais, Brasil, es mejorar la relación entre las personas y los árboles. El Grupo de los Árboles, creado desde la fundación de Figueira, en 1987, es la tarea más destacada de esta obra. Sus voluntarios se reúnen una vez a la semana para cuidar los árboles que habitan en la Comunidad-Luz y en sus vías de acceso.
La entidad, afiliada a la Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional (FFHI), considera esta iniciativa también como una ofrenda simbólica para reparar la deforestación de los bosques y la falta de respeto a los árboles en el mundo.
Comunicación intuitiva
Maria Helena Matte, de 68 años, quien ha trabajado en el Grupo de los Árboles durante 10 años, relató que la tarea semanal comienza con un acto de sintonía y reverencia frente al árbol que será atendido. “Mi mayor experiencia de aprendizaje con los árboles fue reconocer, en ellos, la manifestación del amor de Dios. Al tratar con ellos, primero entro en contacto con este principio sagrado. Luego les pido permiso para accionar y recibo una indicación interna de lo que se debe hacer, como nos enseñó Trigueirinho, fundador de Figueira”, dijo.
Por lo tanto, no basta con poseer la técnica adecuada para manipular los árboles. Lo ideal es compatibilizar la pericia con la intuición. Así, los canales de comunicación de los voluntarios se abren y se sutilizan, facilitando una conexión real con los árboles y una comprensión más acertada de sus necesidades.
“Necesitamos estar atentos a ciertos impulsos internos que nos muestran qué hacer en cada situación. Ellos nos ayudan a decidir si debemos dejar que la vegetación se organice con su propia inteligencia o si está indicado intervenir”, explica Hernán Miranda, de 40 años, integrante del grupo desde hace seis años.
Procedimientos y entrenamiento
En términos prácticos, la tarea del Grupo de los Árboles tiene como objetivo garantizar el desarrollo saludable de las especies arbóreas y proporcionar el manejo de las que se desarrollan cerca de las personas y de las construcciones. Entre las medidas adoptadas, de acuerdo con la legislación vigente, se encuentran:
- la poda de ramas muertas, plagadas, dañadas y enfermas;
- podar ramas que interfieran con el cableado eléctrico y los edificios;
- realización de curaciones;
- la eliminación de cuerpos extraños que afectan la circulación de la savia a través del tronco del árbol;
- la armonización de los espacios que rodean los árboles;
- acciones preventivas de seguridad para evitar la caída de ramas y colisiones que generen riesgos.
“Para ejecutar estas actividades de manera eficiente y segura, estamos profundizando la capacitación en arboricultura, escalada y descenso vertical”, dijo Hernán. Su hijo, Valentín, de 12 años, lleva cinco años con él en el Grupo de los Árboles. “Mientras mi padre está arriba en el árbol, yo me quedo abajo retirando la cuerda de las ramas podadas para que se pueda volver a usar”, dijo el niño.
Podas con criterio
Hablando de poda, este es un tema delicado. A menudo nos encontramos, sobre todo en los centros urbanos, con árboles mutilados por podas drásticas e innecesarias.
Cabe recordar que cualquier corte ocasiona una lesión al árbol, exponiendo sus tejidos internos y provocando alteraciones fisiológicas. Para recuperarse, necesita activar mecanismos metabólicos que promuevan la cicatrización del área herida. Además, una poda inadecuada puede comprometer la integridad y la salud de los árboles. Por esa razón, existen leyes que reglamentan la poda en la forestación y que deben seguirse bajo cualquier circunstancia.
Hernán explica que, en la Comunidad-Luz Figueira, la poda se realiza de forma equilibrada y criteriosa, solo cuando la situación lo exige, y siempre buscando estimular la capacidad de rebrote del árbol.
Construcciones integradas a la naturaleza
El Grupo de los Árboles también tiene la misión de concientizar a las personas sobre la importancia de preservar los árboles y vivir en armonía con ellos.
“Hoy en día, las edificaciones pueden adaptarse a la naturaleza, y no al revés. Existen soluciones de ingeniería y arquitectura que lo permiten. Por eso, pedimos a las personas que intenten conciliar sus proyectos de reforma y construcción con la presencia de los árboles antes de pensar en trasplantarlos o cortarlos”, resaltó Hernán.
“A menudo, los árboles que están realizando un trabajo material y espiritual extremadamente importante deben ser retirados de su lugar de origen porque no hubo ningún esfuerzo ni planificación para integrarlos al ambiente. Necesitamos tener más amor y reverencia frente a estos hermanos”, dijo.
Reconexión con la vida
A través del trabajo en el Grupo de los Árboles, los participantes son inspirados para reconectarse con el fascinante mundo de las plantas que la humanidad ha perdido con el tiempo y a colaborar conscientemente en la evolución del Reino Vegetal. En este camino de servicio, son agraciados con impulsos sutiles que aumentan su sensibilidad para interpretar el lenguaje de la naturaleza y recibir su energía de cura.
En este ámbito, la Comunidad-Luz de Figueira sigue arrojando las semillas de una nueva forma de ser en el mundo, acorde con la necesidad de restauración de la Tierra.