Conozca más sobre la vida oculta de los árboles y aprenda sobre su papel como guardianes de la Comunidad-Luz Figueira

Además de ser esenciales para la biodiversidad del planeta debido a sus innumerables funciones biológicas, los árboles son símbolos universales de conexión entre el Cielo y la Tierra. Como intermediarios entre el mundo divino y el mundo material, están presentes en las principales tradiciones espirituales de la humanidad.

Según el filósofo espiritualista José Trigueirinho Netto(1931-2018), la presencia grandiosa y pacífica de los árboles se expresa de manera sutil, elevando la vibración del entorno y favoreciendo la armonía interior de quienes se encuentran bajo la influencia de estas especies del reino vegetal. Además, al igual que creían las culturas ancestrales, Trigueirinho dijo que cada árbol emana un tributo único, característico de su especie.

 Cada árbol es único

Trigueirinho dejó grabadas varias conferencias sobre la importancia de los árboles. Como fundador de Comunidad-Luz Figueira, en Carmo da Cachoeira, Minas Gerais, Brasil, entidad afiliada a la Fraternidad -Federación Humanitaria Internacional (FFHI), buscó inspirar a las personas a establecer una relación fraternal con el Reino Vegetal.

El fundador de Figueira señalaba que ciertos árboles centenarios pueden, incluso, desarrollar hasta una personalidad, proceso que se acentúa cuando son tratados conscientemente por los seres humanos. Esta aseveración está confirmada por estudios del ingeniero forestal alemán Peter Wohlleben, autor del popular libro La vida secreta de los árboles, de la editorial Sextante.

Wohlleben afirma, basándose en investigaciones científicas y en su propia observación, que los árboles se comunican entre sí, tienen memoria, forman familias y cuidan de los más débiles. También asegura que están dotados de personalidad, lo que puede llevar a cada uno a tomar diferentes decisiones, más cautelosas o más audaces, en su ciclo de vida. “Un paseo por el bosque es suficiente para demostrar que cada árbol tiene un comportamiento único”, escribió.

Los árboles responden

Trigueirinho estimulaba a las personas a cuidar de los árboles sin utilitarismo y a enviarles buenos pensamientos. “Cuando se pasa junto a un árbol y él siente algo positivo dentro nuestro, queda más vitalizado, más vivo. Si comenzamos a frecuentar a los árboles con regularidad, la respuesta que dan es muy evidente”, observó.

Sin duda, todavía tenemos mucho que aprender sobre la naturaleza de los árboles y su capacidad para comunicarse. La experiencia de la ambientalista estadounidense Julia “Butterfly” Hill es prueba de ello. Vivió durante dos años sobre una secuoya de 55 metros de altura y 1500 años en California, Estados Unidos, para evitar que fuera talada.

Julia bautizó a la secuoya, por la que sentía un profundo amor y respeto, Luna. En su libro El legado de Luna, de Harper Collins, la ambientalista recordó la ocasión en que luchó para sobrevivir a una tormenta muy fuerte, sola, en la cima de Luna. En ese momento, escuchó la voz del árbol enseñándole qué hacer para enfrentar la situación.

“Quién sabe, tal vez algún día podamos descifrar el lenguaje de los árboles y ellos nos contarán historias increíbles”, dijo Peter Wohlleben.

 Los árboles guardianes de Figueira

En la Comunidad-Luz Figueira, entre los árboles jóvenes que embellecen el paisaje, están sus hermanos mayores, nobles y portentosos portadores de la sabiduría de las generaciones. Son los árboles guardianes del centro espiritual.

“Estos árboles antiguos están haciendo una indudable tarea. Hay una definida presencia del Reino Vegetal que se manifiesta de forma paulatina, a través de la evolución y de la maduración de los árboles”, explicó Trigueirinho.

 La historia del lapacho amarillo

En Figueira, una de las figuras más emblemáticas en el trabajo con los árboles fue Fray Ameino (1950-2020), médico clínico, investigador y monje de la Orden Gracia Misericordia. Dedicó más de 30 años de su vida al cuidado y comprensión de estas especies del reino vegetal.

En una de sus conferencias, Fray Ameino contó la historia del lapacho amarillo de 150 años que, en 1987, recibió a la delegación que fue a conocer las tierras donde se asentaría Figueira.

“Justo en la entrada de esa área, en lo alto de una colina, una gran lapacho amarillo (…) irradiaba su resplandeciente aura dorada, meciéndose y como llamándonos para que nos acercáramos a él”, recordó. Según el monje, el guía encargado de acompañar al grupo durante el reconocimiento de la región dijo que le pareció escuchar la voz del lapacho amarillo indicando: “¡es aquí, es aquí!”.

“Fuimos creciendo con él, bajo su protección, su irradiación, su presencia. (…) La consciencia presente en ese árbol conocía muchas historias de la región y muchas historias sobre nosotros”, reveló fray Ameino.

Unos años más tarde, el anciano lapacho amarillo se cayó durante una tormenta. Afortunadamente, el árbol rebrotó y, quién sabe, tal vez se esté preparando para reanudar su misión de guardián.

Los árboles protectores de cada zona

Mientras el lapacho amarillo cumplía con la tarea de acoger al grupo pionero, la higuera (figueira en portugués), ubicada en una de las áreas, se convirtió en el árbol-símbolo y en la inspiración del nombre de la Comunidad-Luz Figueira. “La higuera es el símbolo de una vida creativa y de servicio”, enseñaba Trigueirinho.

Esta característica de la especie está presente en el nombre de la finca Vida Creativa, una de las primeras en construirse. En esta finca, una acasia rosada (Cassia javanica), numerosos eucaliptos, un guapuruvu o árbol del Zope (Schizolobium parahyba) y una maçaranduba ó marapajuba   (Manilkara huberi) y 11 palmeras imperiales, también desempeñan el papel de guardianes. Justo al lado, en el Área-Luz, hay un bosque de eucaliptos, el “Bosque de la Luz”.

El Camino de Jequitibá ó (Cariniana Pyriformis) que comienza cerca de Vida Creativa y se extiende hasta el Monasterio de Transubstanciación, tiene un jequitibá blanco o abarco como guardián.

En la Colina de las Apariciones, hay un macizo de flores con una aroeira o pimienta rosa (schinus terebinthifolius) consagrada a la Virgen María, alrededor de la cual la gente se reúne para orar. A su lado se construyó un campanario, cuya campana suena a diario, como vaticinio de paz en el mundo.

El Núcleo Corazón Sagrado tiene el Templo de los Árboles, compuesto por 77 árboles de diferentes especies, y los Pilares de la Creación, formado por cuatro enebros o juníperos. Además, el área externa de la finca cuenta con la protección de un jequitibá rosado. Fray Ameino reveló que este árbol, con su aura de dignidad, serenidad y seguridad, es el responsable de proteger toda la vegetación circundante.

En el camino a F3, en un cruce, vive un jacarandá-paulista (Machaerium villosum). Antes de la instalación de Figueira, su tronco fue utilizado durante mucho tiempo como poste de la cerca circundante y, por lo tanto, estaba perforado por clavos y alambre de púas. Al encontrar el árbol en esa situación, Trigueirinho lo soltó inmediatamente. Según él, este árbol de jacarandá desarrolló ramas torcidas por todo lo que sufrió, pero también supo ser un ejemplo de austeridad, tenacidad y determinación.

En F3, un palo borracho (Ceiba o Chorisia speciosa) ayuda a sutilizar la vibración del entorno, concordante con la tarea del monasterio de la Orden Gracia Misericordia instalado allí.

Cruzando la Carretera Fernão Dias, se llega a Figueira 2 (F2), donde una alameda de eucaliptos abraza a quienes ingresan a la finca con una atmósfera de elevación espiritual, de unión con el Alto. “Solo basta entrar a F2 para sentirse equilibrado, elevado, debido a la forma de los eucaliptos. Sirven mucho, hasta ahora, con su presencia, emanación y fuerza. Muchas cosas en F2 se trascendieron por la presencia de los eucaliptos”, afirmó Trigueirinho. El área también cuenta con acaciascedros rosalapachos rosadosacacias rojas o flamboyánjacaranda mimoso, ceibas y otras especies que desempeñan el papel de guardianes.

En las Tierras del Sol hay un macizo de bambús bautizado “catedral”, no solo por su arquitectura circular y abovedada, sino también por la energía de armonía y de trascendencia que irradia. Estar bajo su aura nos inspira a reconocer el principio sagrado que habita en todas las formas de vida. La fuerza espiritual del macizo refleja la esencia del trabajo que debe realizarse en Tierras del Sol, un área dedicada a la siembra orgánica y a la reforestación. También hay una acacia angico (Parapiptadenia rigida) y tres eucaliptos que se consideran árboles guardianes.

La Casa 1 de Figueira, ubicada en el centro de la ciudad, alberga un antiguo Jatobá o algarrobo o copal (Hymenaea courbaril) conocido y querido por todos. Este árbol parece sentir la estima que le dirigen y retribuye produciendo frutos en abundancia, suficientes para abastecer todas las áreas de la Comunidad-Luz. En julio, cuando la fruta madura, se realizan trabajos conjuntos voluntarios para procesar su harina, que es rica en nutrientes.

El Sanson-do-campo (Mimosa caesalpineafoli) sirve como cerco vivo para la mayoría de las áreas de Figueira debido a su capacidad para construir una barrera protectora, tanto física como sutil.

Además, hay copaiba o árbol de aceite (Copaifera langsdorffii) esparcidos por Figueira, “a lo largo de las carreteras, al pie de los cerros y colinas, en bosques y selvas”, como informó Trigueirinho.

En el Barrio de la Estación, que da acceso al Área-Luz y a Vida Creativa, otra copaiba se destaca en el paisaje. Este árbol específico ejerce un papel importante, depurando la carga psíquica de la región. En el cantero central de la carretera que atraviesa este pueblo, también hay una sibipiruna o acacia amarilla (Caesalpinia pluviosa). Ambos son considerados árboles guardianes cuya influencia se extiende a la Comunidad-Luz Figueira.

Además de los árboles antes mencionados, hay muchos otros árboles guardianes en Figueira. Algunos son conocidos por residentes y visitantes, mientras que otros realizan su trabajo en el anonimato esperando, pacientemente, que despierte nuestra percepción para que, algún día, podamos trabajar en cooperación.

Sabiendo que la capacidad y sensibilidad de los árboles es mucho más amplia de lo que imaginamos, se nos invita a cambiar nuestra postura hacia estos magníficos seres. Podemos comenzar reemplazando la falta de atención y la indiferencia hacia su presencia benéfica por un sentimiento de reconocimiento y gratitud. Seguro que lo apreciarán y responderán.

En el próximo artículo sobre Figueira conocerán el trabajo del Grupo de los Árboles, encargado del cuidado de los árboles de Comunidad-Luz.