Para que la Energía Divina pueda penetrar

En determinado punto en la escala de ascensión espiritual, aunque el ser sepa que ya neutralizó en sí lo que le impedía o lo paralizaba en el camino, no obstante, sabe que le falta mucho aún. Su caminar es seguro, pero su corazón no está totalmente maduro, pues las estructuras que construye en sí, para resistir a los ataques y asedios venidos del exterior o de su propio ser, se torna en muros que deben ser derrumbados para que la Energía Divina pueda penetrar.

En este momento del camino, el ser no contará más consigo mismo para los asuntos del alma y del espíritu, porque su mente y sus emociones estarán a punto de fallar. Entonces, su vida espiritual y la cósmica podrán ingresar e impregnar al individuo.

La resistencia a esa transformación

Ahora bien, si es algo tan maravilloso y divino, ¿por qué la resistencia a esa transformación? Lo que ocurre aquí es que su prueba está basada en la fe, y mientras ella no sea comprobada  entregándolo todo, la transformación espiritual no puede ocurrir. En ese punto del camino la entrega ya es parte de su vida, pero aún no es total ni suficiente para que este ingreso de la energía cósmica, con toda la potencia requerida, haga con el ser lo que sea transfigurado interiormente.

La «consciencia de la prueba»

Cuando ya existe la «consciencia de la prueba» y el ser inicia su entrega mayor sostenido solo por la fe, encontrará la «noche oscura» del alma y del espíritu. Ya entregó lo que poseía y no lo podrá tomar, nuevamente, para sí, pero aún no recibió la Energía Divina que lo liberará, pues las estructuras mentales y emocionales aún no terminaron de derrumbarse.

Todo se torna oscuro y parecido a las tinieblas, pues la Luz se oculta para que la prueba sea verdadera. Y el ser, a pesar de la soledad, del vacío y de los insistentes ataques de las fuerzas enemigas, puede confirmar la Luz, su amor a Dios. Es fácil amar la Luz estando en ella, y afirmar lo divino en días de entusiasmo. Pero afirmar la victoria de Dios, cuando aún no se puede sentirlo, es sólo para los que poseen verdadera Fe.

Desde el despertar a la búsqueda espiritual, el ser es preparado para vivir esta «noche» que lo dejará, desnudo, delante de las estrellas ocultas, para que muestre al Universo de qué materia está hecha su intención y lo que verdaderamente motiva su aspiración. Para ver el brillo de las estrellas, el individuo tendrá que vivir con valentía y humildad, renovado por la propia fe.

El corazón maduro por el Amor y por la fe

Con el corazón maduro por el Amor y por la fe y colmado por el recuerdo de su Esencia Divina, el individuo recibirá un gran impulso del cosmos y ya no se permitirá abandonar la meta, aunque sea imperfecto. Se trata, por lo tanto, de un ser confiable delante de Dios, un compañero en el campo de batalla.

Para el individuo que ya maduró en su escalada ascensional, recuerda que la fe no se mide por lo que se cree, sino por lo que puede estar oculto más allá de las creencias y que, aún, es desconocido. Por otro lado, la traición surge cuando la criatura se considera mayor que el Creador; rendirse delante de la Creación libera muchas almas del jugo de la traición.

Olvidarse de sí, y fundirse en el Todo

Al absorber los impulsos divinos, la expansión que produce mueve el interior del ser para que se adapte a la nueva vibración. En este momento no se debe intentar comprender o sentir. Es más sabio olvidarse de sí, y fundirse en el Todo, para que las transformaciones se hagan en paz.

Artículo de referencia: Jornal O Tempo del 16/10/2016
Nombre del artículo: La presencia del amor y de la fe en las etapas del camino ascensional.
Audio de Irdin: Portas do saber
Audio Completo: http://www.irdin.org.br/acervo/detalhes/13283
Tiempo de audio: 31’39 a 35’35