Iniciamos aquí un nuevo ciclo de estudios e impulsos sobre un tema crucial para los tiempos de hoy, el aborto. Lo veremos, sin embargo, desde la perspectiva del “no nacido”, y no de la corrupta y comprometida perspectiva humana, que también es capaz de manipular las leyes para alcanzar propósitos oscuros. Mientras nuestra civilización continúa embriagada por los sentidos materiales y por el mar de ilusiones derivados de ellos, por las modernidades y por el consumismo generalizado, las voces de alerta de los Mensajeros Divinos siguen resonando, claras y firmes, como siempre lo hicieron, en todos los tiempos, en todas partes y de todas formas, con una clave decisiva: quien tenga oídos para oír, que oiga.

Para respaldar esta nuestra osada perspectiva mencionada anteriormente, nos valemos de un Mensaje de Cristo Jesús, que, por un lado, es pacificador para cierto nivel de nuestro ser y, al mismo tiempo, un vehemente llamado de alerta a todos nosotros: ¡Atención! ¡Cuidado! ¡Despierten! ¡Antes que sea demasiado tarde! ¡No caigan en las arteras trampas del enemigo! Es un mensaje amoroso y universal, que se dirige, directamente, a cualquiera de los roles que hoy ocupen en el seno de la familia: el de la madre,  el del padre o el del hijo. Intenta despertar y reconstruir en nuestra consciencia y en nuestro corazón el lazo de hermandad espiritual que el Creador proyectó como modelo perfecto de familia espiritual aquí en la Tierra, modelo que fue vivido en plenitud por la  Sagrada Familia de Nazaret, hoy para nosotros un ejemplo consagrado para imitar

Y, al final de la lectura  exhorta con vehemencia: ¡Oren!!Oren de corazón!, para que los planes nefastos del enemigo desistan de las mentes que los materializan.

El hilo de luz que une a una buena madre con su hijo siempre es indestructible, porque entre el espíritu del buen hijo y el amor de una buena madre se crea un lazo de hermandad espiritual.

Les pido hoy a todos Mis compañeros del mundo unión sincera con su madre. La buena madre, que Dios les dio, acoge. La buena madre protege al hijo pequeño desde los primeros años de vida. La buena madre oye y atiende las necesidades de su pequeño.

Quiero dejarles hoy el símbolo y el hecho del nacimiento del Niño Rey en Belén, porque entre la Madre María y el Niño Jesús se restablece la unión materna que se perdió en todas las generaciones de la humanidad.

Uno de los grandes dolores de Dios es la muerte que muchas madres generan en sus vientres, retirando la vida divina que Dios derrama en cada nuevo ser que nace. Por eso, para aquellos que tienen una madre en vida, para aquellos que no ven a sus madres o para aquellos que ya no las tienen cerca, les pido, por todos los pequeños inocentes que no nacen, que agradezcan a Dios por haber tenido una madre, por haber estado en los brazos de un corazón donado para la proyección y el cuidado de sus vidas.

De esta forma, queridos, permitirán desterrar las ideas malignas del enemigo de querer sacarme de las manos de las almas que aún no nacieron. ¡Agradezcan a Dios por su madre! Acuérdense de Jesús en los brazos de María durante el nacimiento, así como en la muerte.

La madre, para el mundo, es el espíritu de consolación y de protección. El enemigo consiguió que muchos hijos odiasen la relación fraterna con sus madres. Hoy les pido por los que no nacieron. ¡Recen! Recen de corazón para que los nefastos planes del enemigo desistan de las mentes que los materializan.

Hoy Mi Corazón nace en el pesebre de la Nueva Tierra. Hoy Mi espíritu se regocija por la gratitud curadora que entregan a Mi flagelado Corazón. Hoy Mi Misericordia está con aquellos que más la necesitan.

Los bendigo en Dios. Cristo Jesús Misericordioso

Un año después de habernos transmitido el primer mensaje visto más arriba, Cristo Jesús nos entrega un ejercicio espiritual llamado ROSARIO DE LAS LÁGRIMAS DE JESÚS, que es como un caudal de misericordia para todas las almas. Él abre el mensaje con una gran lista de realizaciones espirituales que promete a cada uno que ore el Rosario con devoción y gratitud, bajo el espíritu  de la Santa Fe.

En la invocación, repetida en cada cuenta de unión –Por todas las lágrimas derramadas en la Crucifixión de Jesús, Shekinah, haznos dignos de servir a Tu Hijo- se encuentra el motivo central que sintetiza toda Su Gran Obra de Amor, de Perdón y de Redención, y que culminó en su Pasión, Crucifixión y Muerte.

Esa invocación, rezada con el corazón, atrae para sí y para todas las almas necesitadas aquellos méritos espirituales ya alcanzados por Él en la Cruz, para redención de todas las fallas y débitos de la humanidad, que son tantos que se volvieron imposibles de pagar; Y en cada decena Él impregna, vivamente, cada conciencia orante con las causas y las acciones injustas de las almas que sin parar hieren Su Corazón Misericordioso y que deben ser reparadas –por la ingratitud; por la persecución y por la muerte; por los no-nacidos; por la perdición; por la negación.  Y finaliza el mensaje así:

Por eso, para aliviar Mi Corazón Doloroso e impedir que más lágrimas sigan derramándose sobre Mi Rostro, les entrego este Rosario de Lágrimas, las que son derramadas por Mí al ver los motivos y las acciones injustas de las almas. A través de su devoción, secarán Mis lágrimas y alegrarán Mi ultrajado Corazón Misericordioso. A aquel que Me busque y que Me contemple a través del Rosario de las Lágrimas de Jesús, prometo ayudarlo a cumplir lo posible y lo imposible y a liberarlo de todo mal y de toda persecución.

El tema del aborto continuará. 

Rosario de las Lágrimas derramadas por Jesús

  Para honrar Mi Sagrado Corazón, ustedes rezarán en la cuenta de unión:

     Por todas las lágrimas derramadas en la Crucifixión de Jesús,
Shekinah, haznos dignos de servir a Tu Hijo.

Amén

Primera decena:

    Por las lágrimas que hoy derrama Jesús por la ingratitud,
Shekinah, libera al mundo entero.

Segunda decena:

 Por las lágrimas que derrama Jesús por la persecución y la muerte,
Shekinah, restablece Tu Misericordia en el mundo.

Tercera decena:

  Por las lágrimas que derrama Jesús por los no nacidos,
El-Shaddai, alivia la gran deuda de este mundo.

Cuarta decena:

     Por las lágrimas que derrama Jesús por la perdición,
El-Shaddai, unifica ahora y siempre todos los corazones.

Quinta decena:

   Por las lágrimas que derrama Jesús por la negación,
Iod He Vaud He, cura profundamente todas las almas.

Amén