Se instituyó el 12 de junio, desde 2002, como el Día Mundial para Combatir el Trabajo Infantil por la Organización Internacional del Trabajo, OIT, con el objetivo de crear consciencia en la sociedad, los empleadores y los gobiernos de todo el mundo.

 Datos Alarmantes

En este momento aún tenemos una imagen aterradora, tanto en términos de números como a los tipos de trabajo a los que están sometidos los niños.

Según los datos facilitados por la OIT, en 2016, ciento cincuenta y dos millones de niños entre cinco y diecisiete años fueron víctimas de trabajo infantil en el mundo, y casi la mitad, setenta y tres millones, realizan formas de trabajo peligrosas, y diecinueve millones de ellos son menores de 12 años de edad.

En Brasil, según una encuesta realizada por el IBGE en 2016, el número de niños y adolescentes que trabajan superaba los dos millones cuatrocientos mil.

Solo entre 2007 y 2018, fueron registrados cuarenta y tres mil setecientos setenta y siete accidentes laborales con niños y adolescentes entre cinco  y diecisiete años por el Sistema de Información de Enfermedades y Accidentes de Trabajo de Notificación Obligatoria del Ministerio de Salud, SINAN. Entre estos casos, hay mutilaciones, traumatismos, intoxicaciones y fracturas, además de doscientos sesenta y una muertes.

Qué dice la Ley

La legislación brasileña estipula que el trabajo está permitido solo a partir de los dieciséis  años, y a los catorce años es admisible con un contrato especial de aprendiz, únicamente con el objetivo de ofrecer a los jóvenes una formación profesional compatible con la vida escolar.

También existe el Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA), Ley 8069/90, en el cual, entre los derechos básicos, se encuentran: alimentación; vida y salud; educación; cultura, deporte y ocio; dignidad, respeto y libertad; convivencia familiar y comunitaria. La responsabilidad del cumplimiento de tales derechos recae en el Estado, los padres y la sociedad.

 Daño irreparable

El trabajo infantil impide una infancia normal y segura, generando consecuencias negativas para la salud física y psíquica del niño, ya que inhibe las posibilidades de desarrollo completo al restringir la expresión de sus capacidades y habilidades innatas. Además, es responsable de reducir o eliminar la asistencia escolar, cohibiendo la educación básica y la libre expresión del ser. Por lo tanto, constituye una violación de los derechos humanos.

Además del daño causado a los niños, tiene un impacto aún más amplio, como lo destacó la OIT: «El trabajo infantil es la causa y el efecto de la pobreza, impacta el nivel de desarrollo de las naciones y a menudo conduce al trabajo forzado en la edad adulta».

Por el Derecho a una Infancia Plena

La erradicación de todas las formas de trabajo infantil para 2025 es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ONU), del cual Brasil es signatario.

Innumerables educadores defienden el juego no solo como un derecho del niño, sino también como la posibilidad real de formación de los seres humanos íntegros y dotados de capacidad de crear, como adultos, una sociedad justa, como resumió el filósofo y educador Rudolf Steiner: «Si el niño es capaz de entregarse por entero al mundo que lo rodea en su juego, entonces en su vida adulta podrá dedicarse con confianza y fuerza al servicio del mundo».

A través del arte y la educación, ofreciendo vivencias a niños y jóvenes y fortaleciendo el debate entre adultos, la Fraternidad – Federación Internacional Humanitaria (FFHI) ofrece su contribución para mitigar y transformar esta realidad.

En la Misión Roraima, por ejemplo, las acciones desarrolladas por el equipo de educación artística, que incluyen actividades lúdicas, rondas de canto, expresión corporal y trabajos manuales, así como pintura, música y artesanías, son medidas de protección que buscan desarrollar el potencial de los niños y ayudar a evitar el trabajo infantil, que a menudo ocurre con especial incidencia en niños en situaciones de mendicidad, limpiando parabrisas de automóviles, vendiendo frutas, dulces e incluso cigarrillos, en semáforos y negocios.

Otra iniciativa importante con gran repercusión fue la celebración, en octubre de 2019, en la Comunidad-Luz Figueira, del Seminario sobre Educación en Situaciones de Emergencia y Respuestas Humanitarias, en el cual la inclusión, la  valorización, el reconocimiento de la importancia y el derecho a la vida y la educación de niños y jóvenes vulnerables fue ampliamente debatida.

Al encuentro, que duró cuatro días, asistieron profesionales invitados de varias partes del mundo y se grabaron todas las conferencias, quedando disponibles para el público con libre acceso.

En vista de la abrumadora realidad presentada por los números, que pueden ser aún mayores de lo que demuestran las encuestas, estas iniciativas parecen pequeñas, pero una gran maestra de la compasión y el servicio desinteresado, la Madre Teresa de Calcuta, consideraba, con gran humildad y  consciencia, que su trabajo era solo una gota en el océano. Siguiendo este elevado ejemplo, la Fraternidad-Humanitaria (FFHI) avanza con la certeza de que, haciendo lo necesario y lo posible, se logran resultados inimaginables.