La simplicidad es el elemento equilibrador

En la búsqueda de actuar uniendo esfuerzos y pretendiendo manifestar la verdadera cooperación, la simplicidad es el elemento equilibrador. Si no existen compromisos con excesos, la simplicidad revela su poder de disolver hábitos y atraer la paz. Pero para que no se transforme en dura austeridad, es necesaria la alegría en el vivir y en el compartir.

La alegría

La alegría brota, espontáneamente, cuando se reconoce que es necesario poco, muy poco para vivir ayudando a los demás, sin retener nada, ni sinsabores ni éxitos. Si hay alegría, los días fluyen, serenos como la eternidad.

El aparente progreso

El aparente progreso que la civilización presenta no le  permite, a la humanidad, ver la profunda crisis en la que se encuentra. Ahora bien, los más conscientes marcan el rumbo con sus propios pasos y elevan consigo a los que aspiran a evolucionar. Muchos hombros deberían estar compartiendo las innumerables tareas que están esperando, en este perturbado mundo de hoy.

La insatisfacción

La insatisfacción común en el mundo entero no es solo consecuencia de carencias materiales, sino por apartarse de la verdadera meta de Dios. Los que se encuentran desconectados de esa meta tienen la ilusión de que la paz viene de la posesión de bienes materiales. Así, se dejan llevar por la tendencia de acumular cosas, pero el vacío persiste en sus corazones como una señal de que ese no es el camino de la serenidad y de la abundancia.

Sin que brote la simplicidad en e corazón, no surge la paz interna ni hay distribución correcta de los recursos disponibles. Pero la simplicidad no es pobreza surge si percibimos la necesidad de todos y renunciamos a lo superfluo.

La simplicidad lleva a actos y a decisiones transparentes

La simplicidad lleva a actos y a decisiones transparentes. Se expresa cuando la persona se libera de ciertos elementos retenidos por deseos, ambiciones y vanidades. Es una cualidad propia del mundo interior, donde se conoce la fuerza de atenerse a lo esencial.

Aunque su valor sea poco conocido, la simplicidad es fundamental para la manifestación libre de la vida. Conduce a la modestia y pone de manifiesto lo que es inmediato y prioritario. Pero ser simples requiere una voluntad férrea e implica renuncia a los hábitos desactualizados y a los vicios que tiene profundas raíces.

La unión fraterna

La unión fraterna de personas lúcidas y disponibles para el servicio se basa en la simplicidad, y las oscilaciones del modo de vivir actual no les deben arrebatar la disposición ni la serenidad.

El pensamiento bien dirigido

Más allá de la simplicidad, el pensamiento bien dirigido y elevado permite el cultivo de las mejores virtudes y predispone a la realización de acciones benéficas. Para avanzar en el camino hacia la abundancia es necesario fe, coraje, perseverancia e intrepidez, cualidades que tienen como germen el pensamiento positivo y creativo.

Para construir la fraternidad es necesario descubrir el vínculo entre el pensamiento y la obra. Las verdades más profundas de ese enlace tan importante se hacen evidentes cuando se vive en nombre de una unión mayor, de un amor integrador e impersonal.

El pensamiento dirigido a lo sagrado

El pensamiento dirigido a lo sagrado disuelve el tedio y trae experiencias renovadoras. Quien se dedica al trabajo de cooperación fraterna, podrá estar siempre delante de sus compañeros y de la propia tarea como si fuese la primera vez.

Una paz inalterable

Cultivando el silencio interior, no hay errores cuando se percibe el significado de los acontecimientos y se comprende la variabilidad de la existencia personal, la transitoriedad de todo lo que es externo. Y se instala una paz inalterable. Así, el esfuerzo abnegado se torna en el augurio de mejores días.

Artículo de referencia: Diario «El Tiempo«, del 17/jul/2016
Nombre del artículo: Simplicidad y pensamiento elevado, llaves para la cooperación.
Audio de Irdin: http://www.irdin.org.br/acervo/detalhes/4662