La seguridad que casi todos nosotros
buscamos en nuestras vidas nace de nuestra sintonía

La seguridad que casi todos nosotros buscamos en nuestras vidas nace de nuestra sintonía con nuestros estados superiores. En uno de sus viajes Jesús se hospedó en la casa de dos hermanas llamadas Marta y María. Cuando llegó, María se sentó a sus pies, y recostó la cabeza en Jesús, hizo silencio y se calmó. Marta, al contrario se agitaba en muchos quehaceres: barría la casa, preparaba la comida, se movía si parar.

Advirtiendo que María se quedaba quieta y silenciosa, Marta preguntó a Jesús: «¿Maestro, no ves que mi hermana me dejó sola con el servicio de la casa? Jesús respondió: «Marta, Marta, andas inquieta con muchas cosas, pero solo una cosa es necesaria. María eligió la mejor parte y esta jamás le será quitada»

En este breve episodio, vemos la importancia de la quietud y el silencio

En este breve episodio, vemos la importancia de la quietud y el silencio para encontrar la «mejor parte». ¿Sería ella la seguridad tan buscada hoy en día y que ya no se encuentra externamente? En realidad, esa actitud contemplativa nos puede llevar no solo al equilibrio, sino que nos ayuda a encontrar nuestra meta en la vida que, no siempre, conocemos.

La quietud y el silencio de María no significan inacción o inercia, pues una persona en este estado de calma y soledad puede actuar de forma más activa e intensa que alguien que se agita. ¿Pero, entonces, qué significan?

La quietud es una actitud interna

La quietud es una actitud interna, interior, que no busca reconocimiento, gratitud ni siquiera ser notada. En el episodio que narramos, María estaba simplemente silenciosa y, silenciosa, no necesitaba demostrar lo que hacía. Al contrario de Marta, que trabajaba y llamaba la atención para mostrar que estaba siendo útil. Esa quietud, ese recogimiento son fuerzas que pocos conocen.

¿Qué significa una actitud silenciosa?

¿Qué significa una actitud silenciosa? ¿Silencio es solo quedar callado, sin decir nada? ¿Es mutismo? Si fuera así, las dos mujeres del episodio podrían ser consideradas silenciosas, pues no estaban conversando. En verdad, silencio es más que eso. El silencio es un estado interno en el que no hay críticas, ni deseos, ni reclamos o influencias internas ni externas.

Marta no estaba silenciosa pues, aunque estuviera callada, observaba a María y la criticaba mentalmente. María que permanecía sentada y no intentaba controlar a la hermana, estaba silenciosa y, según Jesús eligió la  mejor parte.

¿Y la soledad?

¿Y la soledad? La soledad es la consecuencia  del silencio y de la acción desinteresada. Quien es de esa manera solitario se fortalece, pues toda su energía queda concentrada en el interior del individuo y puede ser irradiada hacia el mundo como aroma o como poder de elevación.

Cuando estamos quietos y silenciosos, no criticamos, no comparamos: estamos armoniosos en nosotros mismos, no divididos, y nos sentimos unidos con todo lo que nos rodea, en este estado encontramos la armonía y nos sintonizamos con otro orden de cosas. En este estado podemos actuar de forma más decidida y resuelta que alguien que se exalta.

La quietud, el silencio y la soledad

En consecuencia, la quietud, el silencio y la soledad nos posibilitan no solo vivir bien, sino también ser útiles al mundo en esta época tan carente de principios y valores.

La lección que se obtiene de la respuesta de Jesús es la de que en la quietud, en el silencio y en la soledad, aunque en la  convivencia con otros como María, encontramos seguridad y armonía interiores.

Artículo de referencia: Jornal O Tempo del 12/jun/2016
Nombre del artículo: Em silêncio, quietude e solidão encontramos segurança e harmonia (En silencio, quietud y soledad encontramos la seguridad y la armonía)
Audio de Irdin: Silêncio que cura – del 28’47 al 32’20
Audio completo: http://www.irdin.org.br/acervo/detalhes/13081