Es por el sentimiento que primero establecemos el contacto con el Único y es también por el sentimiento que percibimos Su presencia. Dios nos instruye, sobre todo por medio del corazón en este nivel evolutivo en el que nos encontramos.

Una de las formas de abrirnos para que el trabajo divino ocurra en nuestro interior y a través nuestro es cultivar un sentimiento de cuidado por todo y por todos, teniendo en cuenta que todos somos un solo ser, que la vida es única, que la consciencia es única y que en realidad no hay individuos separados.

Otra forma de abrirnos, también a partir del trabajo con los sentimientos, es acoger sin conflictos uno de los primeros impulsos provenientes de lo Alto para quien se propone evolucionar: la disolución de los lazos con la materia. Si percibimos este estímulo, podremos colaborar evitando la creación de nuevos lazos. De esa forma, estaremos simplificando nuestro destino.

Cuando comienzan a florecer sentimientos como el desapego, olvido de sí y serenidad o ausencia se conflictos psicológicos, cuando comenzamos a dar más importancia al plan de Dios y a las necesidades que se presentan que a nuestra persona, es señal de que la energía divina ya está trabajando con nosotros.

A medida que ese contacto interno y silencioso con el Divino se va estableciendo y transformando nuestras vidas, se crea un estado de equilibrio en nuestro ser, y nosotros nos vemos de repente dentro del Amor; un amor que no conocíamos antes. Al sentirnos y al profundizar ese Amor, Dios comienza a contar con nosotros como un canal para Su trabajo.

Nuestra forma de comprender al otro se amplía, y toda la vida se expande, porque percibimos cuánto la humanidad, los animales, los vegetales y los minerales necesitan de ese Amor. Y esa comprensión ampliada es otra señal de que el Divino nos está instruyendo.

Una forma de incluir la mente en el proceso de elevación espiritual que el corazón ya experimenta es el estudio de asuntos sagrados. Leer la enseñanza espiritual y reflexionar sobre ella, sistematizar los conceptos de diferentes escuelas de pensamiento espiritual, identificando lo que ellas tienen en común y de más elevado son prácticas que pueden ayudar a la mente a no desviarse del camino.

Otra posibilidad de trabajo mental es el recuerdo constante del yo espiritual que vive en nuestro interior. Si, durante el día, al ejecutar las tareas de rutina, nos acordamos y reverenciamos a nuestro yo espiritual comenzamos a establecer una conexión con él y nos abrimos para contactos aún más elevados.

Artículo de referencia: Jornal O Tempo, de 29/nov/2015
Nombre del artículo: Sinais perceptíveis da presença de Deus em cada um de nós (Señales perceptibles de la presencia de Dios en cada uno de nosotros).
Audio de Irdin: Temas especiais para estudo – 6 (11′ a 12′)
Audio completo: http://www.irdin.org.br/acervo/detalhes/5595