La pintura en el muro del espacio de artesanías del Refugio Pintolândia, en Roraima, era un deseo antiguo. El espacio destinado para que las artesanas indígenas trabajen fue organizado de manera simple y el muro no presentaba buenas condiciones.

A partir de una reunión entre el misionero de la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional (FFHI), Imer, representantes de ACNUR, y la profesora del curso de artes visuales de la Universidad Federal de Roraima (UFRR), Leila Adriana Baptaglin, se fue formalizando la invitación para la realización del trabajo de muralismo en el refugio.

La profesora Leila junto con sus alumnos, integrantes del proyecto de extensión Plac, y la hermana Maria de Lourdes, misionera de la Fraternidade Humanitaria (FFHI), se reunieron con las artesanas y les preguntaron qué les gustaría que pintaran en el muro. En respuesta, según la profesora, «nos dijeron que les gustaría algo que exprese la vida en las comunidades indígenas. Que estén presentes los elementos importantes para ellas: el río, la canoa, las casas, la artesanía, el buriti, y las mujeres trabajando», explicó.

Entonces, las indígenas dibujaron lo que ellas querían que se pintara en el muro y el grupo del proyecto Plac reprodujo sus dibujos en el muro, preservando sus trazos y forma del dibujo. La pintura tuvo la participación de todos: artesanas indígenas, estudiantes, misioneros y asociados de la Misión Roraima.

Pintura em muro do Abrigo Pintolândia

En unidad, el arte llena muros y corazones

La indígena Yanoagcelis nos contó cuánto le gustó participar: «para nosotras, las mujeres artesanas, fue interesante con la pintura porque eso nos llama la atención de que somos indígenas».

El espacio de trabajo de las artesanas indígenas cambió  completamente, convirtiéndose en un espacio más colorido y apropiado para el trabajo diario de las artesanas, porque en unidad, «el arte llena muros y corazones».