La solución de los problemas de la sociedad humana no se encuentra en los métodos que hasta hoy usó para resolverlos. Su ineficiencia es patente en el caos que, de manera acelerada, se arrastra por el planeta. Solamente si el ser humano trasciende la realidad tridimensional y el nivel de relación meramente material e ingresa en regiones de la consciencia aún desconocidas para su racionalidad, podrá captar las respuestas para superar sus problemas actuales.

Por eso, son de extrema importancia el reconocimiento de la vida interior y la disposición para manifestarla. Es la energía de las regiones sublimes del Cosmos la que nutre la existencia en los niveles de la materia; de ella emanan la Luz y la Sabiduría superiores.

Hoy, delante de la crisis por la cual el planeta pasa, millones de seres se encuentran perdidos, solos, en un estado de insatisfacción que no podrá ser curado por medios paliativos. La consciencia que, en tal situación, despierta a una realidad superior se descubre en una condición semejante a la de los flagelados por las inundaciones: solo pueden salvarse los que alcanzan niveles elevados. Sin embargo, del mismo modo que el cuerpo físico solo llegará a una región si se dirige a ella, la consciencia también deberá recorrer un camino para encontrar esa energía superior y profunda. Para esto, debe vivir las leyes superiores y disponerse a una completa transformación.

Aunque nos parezcan infinitamente distantes, las chispas de fuego de la sabiduría cósmica se aproximan a los que son atraídos por su luz, eliminando los obstáculos que les impiden ingresar al centro de esa sublime existencia.

El empeño en superar los obstáculos en la vida que consideramos evolutiva necesita ser diligentemente asumido por el aspirante a la vida superior. Delante de una situación que le impida proseguir, poco servirá lanzarse contra ella, o detenerse pesaroso. Debe reunir sus propias energías y, basado en su inspiración interior, encontrar el modo de superarla.

No hay barrera que no pueda vencerse, no hay oscuridad que no sea permeada por la Luz. Muchas veces sucede que, energías contrarias a la Luz, aprovechándose de las debilidades del peregrino, le inculcaron la idea de que es imposible vencer un obstáculo. Por lo tanto, la determinación en proseguir debe estar siempre presente en el ser, y también la fe, de que estará amparado y suplido en lo que no pueda realizar con sus propias fuerzas.

Por mayor que sea la oscuridad que lo envuelve, el peregrino puede caminar bajo la luz invisible de la fe. Ella coloca sus pies en suelo seguro, aunque el terreno no ofrezca condiciones para proseguir. Así, el peregrino avanza, sustentado por Manos invisibles que lo protegen y lo impulsan. No hay comienzo ni fin en su camino. Y, cuando las ilusiones se disuelven como brumas ante el calor del sol interior, reconoce que su jornada está lista para transformarse, en comunión con la Paz.

Artículo de referencia: Periódico O Tempo, del 8/mayo/2016
Nombre del artículo: La vida interior y la fe en la trascendencia de la realidad material
Audio de la Irdin: Conversas com Trigueirinho nº489