Parte 13 – El Armagedón y la Pasión Planetaria
Tema: Cura planetaria, Cura de la Humanidad
El Mensajero Divino, que en la historia bíblica vivió el papel de San José, hace una analogía, interna y profunda, entre la Pasión de Cristo y el Armagedón, que Él llamó Pasión planetaria. Él nos muestra la semejanza entre la actuación del Cirineo, en la Pasión de Cristo, y los Reinos de la Naturaleza, en la Pasión planetaria.
Los diferentes fenómenos de la Naturaleza, que ocurrieron en el mundo, no serán así un castigo o una forma de prolongar el sufrimiento humano, ellos serán el vehículo que nos dará la posibilidad de entregar todo por amor a Dios.
Al mismo tiempo que la Naturaleza sostendrá espiritualmente la consciencia humana, creará también las condiciones para llegar a donde debemos llegar en nuestro aprendizaje, gracias a los diferentes movimientos climáticos que aún viviremos. Entonces, podremos acompañar la transición del planeta con la visión correcta. La humanidad puede así estar ante esta Pasión planetaria con la misma intención y comprensión de Cristo durante Su Pasión, que no se sintió castigado o martirizado, que ofreció cada paso con la cruz hacia el triunfo de Dios en el mundo, venciendo así el dolor gracias al amor.
Los Reinos de la Naturaleza
Los Reinos de la Naturaleza están viviendo también su Pasión planetaria. Lo que Cristo vivió por toda la humanidad, se repite hoy, y los Reinos viven con nosotros esa realidad. Ellos son como el Cirineo, el que ayudó a Cristo a llevar su Cruz, para que Él no desencarnara antes de alcanzar la Cumbre del Calvario. Y así, Él pudo vivir su Pasión, pasar por la Cruz y por la muerte, y llevar su misión hasta el final. Y hoy, es la misma humanidad que sube ese Calvario, y son los Reinos los que cumplen el papel de Cirineo junto a ella, de también poder ayudarla a cargar su propia cruz.
Los Reinos de la Naturaleza, al dividir con nosotros nuestra cruz, observan la experiencia humana, evolucionan y aprenden con ella. Así, ocurre en ese nivel un trabajo profundo entre los Reinos, que ni siquiera percibimos. Y ese aprendizaje no se refiere solo al Reino Humano, sino que incluye también a los demás Reinos, que viven juntos esa misma realidad. En la época de Cristo, muchos pensaron que el Cirineo prolongó el sufrimiento de Cristo, ayudándole a llevar la Cruz, y que sería mejor que Él hubiera desencarnado antes. Y eso no es así, pues la verdadera realidad, que es cósmica, espiritual y divina, es muy diferente de lo que la mente humana puede ni siquiera concebir.
Guardianes
El Cirineo ayudó a Cristo a llegar hasta el final, para que Él pudiera concretar todo lo que vino a cumplir. Y hoy, los Reinos de la Naturaleza nos prestan amorosamente el mismo servicio. Y mientras permanecen fieles, y de un modo incondicional, a esta ardua tarea de mantenerse vivos y de sostenernos, nosotros, seres humanos, sus Guardianes frente a la Creación, explotamos, agotamos y destruimos sus recursos naturales; ignoramos y agredimos sus leyes, de forma brutal, sin ningún límite.
Y normalmente, hoy, ni nos damos más cuenta de que la Vida nos ha puesto completamente dependientes de la presencia, de la energía y de los frutos de los Reinos. ¡Estamos vivos en este Planeta a costa de la vida de los Reinos de la Naturaleza! Y por nuestro comportamiento predador, por nuestra ambición e ignorancia, ya nos habríamos autodestruido, como ya lo hicimos a lo largo de nuestra historia, y como ya estamos a punto de hacerlo nuevamente, ahora en carácter global y avasallador.
Lo que hacemos con el aire, los suelos, con el agua y los océanos
Los mismos Reinos que depredamos son los que nos permiten seguir vivos. Lo que hacemos con el aire, los suelos, con el agua y los océanos, del modo en que contaminamos todo, eso ya habría sido suficiente para barrernos de la superficie del Planeta. Los Reinos, sin embargo, poseen una química oculta, que lo transforma todo, de tal forma que aún logramos sobrevivir en medio de todo ese caos. Este es un trabajo oculto de los Reinos de la Naturaleza para con nosotros, una disposición misteriosa de mantenernos vivos, que existe en su inconsciente, a pesar de la destrucción que representamos para ellos.
La purificación de este Planeta es una necesidad inaplazable. Los momentos de dificultad y de conflicto aún más agudos vendrán, como dolores de un parto que anuncian el nacimiento de una nueva vida. En la actual transición planetaria, muchas pruebas se están presentando a los hombres, que tendrán la oportunidad de aprender acerca de la correcta canalización del deseo y de los pensamientos, y también de la verdadera finalidad de la existencia material. Estas enseñanzas deberán ser ampliamente ofrecidas a ellos antes del final de este ciclo.
Del nuevo libro de Trigueirinho: Nuevos Tiempos, Nueva Postura, pag. 120.
«Que la Enseñanza fortalezca nuestro Corazón y disipe nuestros temores«
Este es un mantra que deberíamos tenerlo muy presente en la consciencia y conocerlo bien: Que la Enseñanza fortalezca nuestro Corazón y disipe nuestros temores. Oímos hasta ahora tanta cosa y la tendencia es no querer oír más, porque ¡basta! Y aquí tomamos el mantra: «Que la Enseñanza fortalezca nuestro Corazón», o sea, todo lo que oí no debe ser algo que incomode, sino algo que debe fortalecer nuestro Corazón. Y esa es una Enseñanza que normalmente no se aprende. Y el mantra prosigue: Que la Enseñanza fortalezca nuestro Corazón y disipe nuestros temores. Nuestros miedos, nuestras incertidumbres, toda nuestra inseguridad es por pura ignorancia. Ignoramos lo que significa el Universo, y lo que Él quiere de nosotros, ignoramos todo. La Enseñanza debe venir no para asustarnos, para alejarnos de él, sino para fortalecer nuestro Corazón. La Verdad parece incomodar, pero ella nos fortalece y nos alimenta, mantiene vivo el Corazón.
Y el Corazón es algo que tampoco se conoce, en verdad, lo que él representa. Cuando recibe Enseñanza, él se fortalece y así vamos perdiendo los miedos y temores. Toda esta inseguridad que viene de esos sentimientos enfermizos, solo puede curarse así, si el Corazón absorbe la Enseñanza, pero la verdadera Enseñanza, que viene de lo Alto, de un origen real. Y obtenerla nos va liberando de la tercera dimensión, en la que vivimos y construimos nuestro propio mundo, nuestro universo personal de tercera dimensión.
La Enseñanza viene poco a poco a liberarnos
La Enseñanza viene poco a poco a liberarnos de esa tercera dimensión, introduciéndonos en la cuarta dimensión, en la cual se entra en otro estadio vibratorio, más dinámico, y en la que el tiempo y el espacio cambian completamente de sentido para nosotros. En la tercera dimensión nos sentimos paralizados por el espacio y por el tiempo, perdemos la visión de otras dimensiones y de otros niveles. Así, a través del Corazón, empezamos a entrar en la cuarta dimensión, donde entramos en otro estado vibratorio de percepciones extrasensoriales. Allí comenzamos a percibir otro mundo, más allá de nuestros sentidos materiales.
No deberíamos, pues, basar nuestra vida solo en lo que experimentamos en esta tercera dimensión, donde todo lo que aprendemos está fundamentado en sentidos materiales. Y para profundizar esa comprensión de la vida debemos valernos de nuevos sentidos y penetrar en la cuarta dimensión, donde empezamos a trascender, a trascender nuestras limitaciones.
Ejercicio de trascendencia
Y cuando avanzamos en ese ejercicio de trascendencia, la quinta dimensión ya empieza a aflorar en nosotros. Y todo eso es nuestro trabajo de hoy. No podemos mantenernos aprisionados en la tercera dimensión; tenemos que abrirnos a la cuarta, para finalmente llegar a la quinta dimensión. Esto puede parecer algo muy abstracto y absurdo, pero ese debería ser el trabajo de nuestra vida, porque en la quinta dimensión nos encontramos con la consciencia de nuestra alma, donde ella habita y nos aguarda.
Entonces tendríamos que examinar en nuestra consciencia lo que nos ata a esta tercera dimensión, y así nos impide pasar a la cuarta, y de penetrar rápidamente en la quinta dimensión el estado vibratorio de nuestra alma. Y si ya estamos encaminados hacia la quinta dimensión, el nivel de consciencia de nuestra alma, a través de ella comenzamos a entrar en contacto con todos los Reinos de la Naturaleza. Una planta no puede hablar con nosotros, ni el animal ni la piedra.
Y en la quinta dimensión ya podemos tener un contacto más verdadero y consciente con todos los Reinos. Y eso no es más un trabajo imposible, La cuarta y la quinta dimensión nos abren grandes caminos y nos traen mucha más luz Las flores, la contemplación silenciosa de las flores, por ejemplo, son potentes imanes que elevan nuestro estado de consciencia y nos atraen hacia la quinta dimensión, pues ellas poseen una química oculta, espiritual, que ya vibra en ese estado. Y de ahí en adelante todo se vuelve un poco más simple, porque en esa dimensión ya estamos en el nivel de consciencia del alma.
Texto basado en el Mensaje de San José, del 7/1/2016
Armagedón, la Pasión Planetaria