Las frecuencias

Las frecuencias que nuestros cuerpos emiten, así como aquellas a las que nuestros cuerpos son sometidos, influyen en nuestros procesos de salud- enfermedad. Nikola Tesla dijo que si nosotros pudiésemos eliminar ciertas influencias de frecuencias externas que interactúan con nuestros cuerpos, podríamos tener más resistencia contra las enfermedades. Como vimos, el cuerpo humano posee una frecuencia eléctrica y, de alguna manera, el estado de salud de una persona puede ser determinado por sus niveles de frecuencia.

Bruce Tanio, a lo largo de su trabajo con plantas, suelo y agua, retomando trabajos del Dr. Royal Rife, quién planteaba que cada célula, órgano y tejido tenía su propia vibración-, inventó y construyó una máquina de Sistema de Monitoreo de Frecuencias (MFS), llamada BT3, que usaba un sensor altamente sensible para medir frecuencias bioeléctricas de plantas nutrientes y otras sustancias, usando, predominantemente, frecuencias en el rango de megahertz. Esta máquina medía la composición de patrón de frecuencias de la vibración emitida en el voltaje eléctrico de los elementos que componen la muestra.

Tanio y sus colaboradores determinaron que, cuando la frecuencia de una persona baja, más allá de su rango optimo de salud, el sistema inmunológico queda comprometido y llegaron a las siguientes conclusiones: las células humanas pueden comenzar a cambiar (mutar) cuando su frecuencia cae por debajo de 62 MHz. La frecuencia del cuerpo, cuando tiene gripe, es de 58 MHz. Cuando la cándida está presente en el cuerpo, vibra a una frecuencia de 55 MHz. Cuando el virus de Epstein-Barr se encuentra en el organismo, la frecuencia cae a 55 Mhz. El cáncer puede aparecer cuando la frecuencia del cuerpo llega a los 42 Mhz. Cuando el proceso de la muerte comienza, la frecuencia del cuerpo alcanza los 20 MHz.

Alimentos que podrían elevar, mantener e incluso disminuir
la frecuencia vibratoria de nuestras células

Por otro lado, clasificaron ciertos alimentos que, de acuerdo a su vibración, podrían elevar, mantener e incluso disminuir la frecuencia vibratoria de nuestras células. En primer lugar están los llamados luz solar química como los brotes de trigo, el fitoplancton, la clorofila y los aceites esenciales, vibrando en un rango entre 52 a 320 MHz. De 50 a 15 MHz están los llamados superalimentos, que poseen alto contenido de minerales y fuerza vital (cacao, algas, almendras, spirulina, limones, Goji Berries, mangostinos). De 15 a 5 MHz están los frutos de los árboles, que son consumidos crudos y poseen gran fuerza vital (manzanas, arándanos, coco, aguacates, melones, piña, mango, bananas, duraznos, uvas, cerezas, naranjas, nueces y frutos secos). De 5 a 0 MHz están los Alimentos de la tierra que, al ingerirlos cocidos, pierden su fuerza vital (repollo, lechuga, kale, coliflor, zanahorias, remolachas, papas, leguminosas, nueces tostadas). Luego están los productos derivados de animales como huevos, queso, leche, mantequilla, tortas, galletas etc. Exhiben de 0 a un rango negativo de Mhz. Finalmente, la carne animal dentro del rango negativo vibratorio, lo que podría tenerla capacidad de disminuir nuestro rango vibratorio basal global.

Esto podría llevarnos a concluir

Esto podría llevarnos a concluir que, para mantener los estándares biofísicos que mantienen la salud de lo celular a lo general, deberíamos preferir consumir alimentos en su estado más integral, alimentos vivos que tengan más enzimas, energía bioeléctrica, bioluminiscencia, electrones bioactivos, biofotones, fitonutrientes, elevados campos vibratorios y energía vital en general. Cuando consumimos alimentos vivos comulgamos de la energía vital del planeta, sumergiéndonos en la energía del alimento como una expresión del Creador. La dieta ideal en esta línea debería ser individualizada, prefiriendo alimentos vivos, orgánicos, cultivados localmente, vegana, altamente mineralizada, baja en calorías, con buena hidratación, de comida preparada con amor e ingerida con consciencia y gratitud.