Un total de 13 voluntarios llegados de diversas ciudades del Brasil y del exterior se unieron a los misioneros de la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional en otra Vivencia Misionera organizada por dicha entidad, en la ciudad de Carmo da Cachoeira, Minas Gerais, Brasil. El evento se desarrolló entre el 21 y el 27 de noviembre pasados.

Para Carlos Roberto Siqueira, colaborador del Núcleo-Luz de Figueira en San Carlos, estado de San Pablo, la Vivencia Misionera fue “una gran experiencia de amor, una oportunidad para descubrir como es el mundo y como son las personas, más allá de nosotros mismos”.

En la casa femenina de los misioneros

El angoleño Mario Pereira, llegado desde Portugal, la consideró una experiencia muy válida, que despierta “mucha sensibilidad y la consciencia de que formamos parte de un todo, de la Creación, y que por tanto tenemos la obligación de interactuar con todas las partes, de una forma amorosa, cariñosa y fraterna”.

Portal de transformación
Para Ana Flavia Carlini, de Florianópolis, Santa Catarina, fue una gran oportunidad de servicio y de búsqueda del propio camino, de la misión que le cabe realizar en estos momentos. Ella es psicóloga y está planteándose la posibilidad de consagrar su vida a la tarea misionera.

En el Parque Francisco de Asís, Lavras

María de Fátima Menezes, de Salvador, Bahía, dijo que la Vivencia Misionera fue “un portal de transformación personal y un medio para aprender la convivencia grupal”. Añadió que lo que más le impactó fue el trabajo con los animales en el Parque Francisco de Asís, donde están albergados más de 450 perros. “Cuando no se está acostumbrada, parece difícil limpiar la suciedad que generan tantos canes juntos, pero a medida que una va entrando en la tarea se olvida de todo y al final sale transformada y profundamente agradecida por la oportunidad de servir a estos animales tan necesitados de amor”, confesó la voluntaria.

La Vivencia Misionera es una actividad mensual de la Fraternidade, que se extiende por una semana y está abierta a todos los interesados en conocer la vida misionera y en servir a los más necesitados, con alegría, con amor y de manera totalmente desinteresada, explicó Imer, misionero y coordinador de la vivencia del mes de noviembre.

En el asilo “Hogar de las Ancianas”, Nepomuceno

Programa
Esta vez, el programa incluyó la organización y la distribución de donaciones en el Galpón de San José a la gente de escasos recursos de la región de Carmo da Cachoeira; así como servicios de apoyo en dos asilos (“San Vicente de Paul”, en Carmo da Cachoeira y “Hogar de las Ancianas”, en la ciudad de Nepomuceno, Minas Gerais).

En la Casa de María Rosa de la Paz, sede femenina de los misioneros de la Fraternidade, se realizó una jornada recreativa con niños de escasos recursos de Carmo da Cachoeira. También hubo actividades de integración con los acogidos de la Casa de Acogimiento de San José, un local de servicio de los misioneros en Carmo da Cachoeira, donde los voluntarios compartieron tareas de huerta, vivero, barnizado del maderamen de una parte del techo y armonización de la casa. Los beneficiarios son dependientes del alcohol y las drogas, la mayoría de ellos vagabundos.

La semana se completó con un servicio al Reino Animal en la perrera del Parque Francisco de Asís, en Lavras, Minas Gerais, donde los voluntarios armonizaron el área de albergue de los perros y otras dependencias del local.