Realizarse como individuo

Como se vio hasta aquí, el desenvolvimiento de Hércules fue acompañado por un gran Ser que tutela los valores internos de los hombres. Responsable por apoyar el crecimiento de gran número de almas, en el nivel en que vive y tiene su consciencia, ese Ser irradia lo que es necesario para el héroe en ese período de su vida sobre la Tierra, a fin de que él pueda realizarse como individuo espiritualmente consciente. El gran Ser percibe, entonces, que Hércules precisa vencer una prueba que evoque su equilibrio y discernimiento. Así, nueva tarea le espera: la captura de un jabalí devastador de tierras.

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Lo que se constata aquí, hasta cierto punto de la evolución del hombre, es que la tarea de dominar y transformar el deseo se considera difícil, pesada y triste, además de preocupante. Después de determinado momento, cuando el ser se habitúa a entregarse a la purificación, el trabajo sobre el deseo humano arraigado se torna ligero, encarado con jovialidad y alegría. A medida que el hombre alinea su personalidad con las energías del propio yo interno, disfruta de la alegría de ese núcleo, que no conoce las penas comunes del emocional ni del mental.

Se sabe que el deseo no puede ser controlado por la fuerza física ni tampoco, por el pensamiento solamente. Y el deseo siempre retorna, si no se lo trata por medio de otros procesos.

Después, en un nuevo ciclo

Tomemos, como ejemplo, a la comida. Al principio, el hombre, aún instintivo, come por gula, y así pasa innúmeras encarnaciones, hasta que su cuerpo físico da señales de cansancio, o de enfermedades producidas por el exceso de ingestión alimentaria y por la mala digestión. En seguida, siguen una serie de vidas en las cuales no se alimenta más por gula, sino para mantenerse saludable, condición que ya aprendió a valorar. Después, en un nuevo ciclo, el hombre come para mejorar la vibración de su cuerpo, a fin de usarlo para el servicio del alma que lo habita.

No hay culpa, no hay error, sino experiencia

La forma real de mirar una acción pasada es encararla como ya hecha. En sí, no puede ser deshecha, porque no es posible, en verdad, volver atrás. No se borra ni se modifica un acto ya realizado. Lo que se puede hacer es reconocerlo muy claramente, ver sus consecuencias (hasta el punto en que se lo puede hacer) y, en seguida, disponerse a no repetirlo. Con esa energía, que es el poder de decisión, se recorre la mitad del camino en la trayectoria de eliminar el sentimiento de culpa. Lo restante viene en seguida: después de decidir no repetir un acto negativo, la persona pasa a practicar el opuesto. Así, el Universo se reequilibra. No hay culpa, no hay error, sino experiencia que genera un comportamiento más maduro.

Como ya tuvimos la oportunidad de afirmar, seres de evolución superior están mezclando su consciencia a la consciencia de la Tierra, y esta, como planeta, está siendo impregnada de consciencia solar. No hay, por el momento, como comprobar esta afirmación, a pesar de que la mayoría de los seres terrestres ya sienten que es verdad en lo profundo de su ser. Cuando los Trabajos de Hércules se revelaron al mundo, ya contenían, en sus etapas finales, la alegría que anunciaban los tiempos de hoy: ahora, el hombre ajusta sus patrones vibratorios a los del Espíritu Único. Comienza a erguirse, después de tanto tiempo en que estuvo «caído» en la culpa.

Artículo de «O tempo»: La verdadera victoria es vencerse a sí mismo para transformar el mundo (Jornal «O Tempo» de 28/1/18)
Audio da Irdin – completo en: Caleidoscópio para tempos finais – 1