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Agua

Muchos ya pasaron por la experiencia de llegar a lugares donde la naturaleza expresa una gran armonía y se sienten invitados al silencio. La naturaleza es espontáneamente silenciosa: las plantas crecen en silencio, el sol brilla en silencio, el día y la noche se suceden en silencio. Incluso cuando los seres y los elementos de la naturaleza emiten sonidos consiguen hacerlo sin romper esa condición de armonía.

El silencio es básico para el equilibrio integral del ser y para su evolución. En un sentido bien amplio, su cultivo no implica necesariamente privarse del uso de la palabra, aunque esa práctica pueda estar incluida de forma moderada. Va actuando dentro de nosotros con su energía poderosa y pacificadora, va retirando velos, va revelándonos el modo de que no quedemos a merced de las influencias externas, de que reconozcamos la unidad de la vida.

Al conocer el silencio, se conoce el amor. El silencio viene al encuentro del ser cuando este se vuelve hacia el interior de sí mismo. Esta aproximación es gradual. Del silencio emerge la comprensión y, con ella, la diligencia para el servicio. Del silencio proviene la fortaleza para emprender nuevos caminos. Fuente de sabiduría, en él está la paz y el poder de la trascendencia. El silencio transforma y eleva. Se manifiesta en la acción y el recogimiento.

Artículo de referencia: Jornal O Tempo, (Diario El Tiempo), de 04/ago/2013
Nombre del artículo: Silêncio e recolhimento: uma chave preciosa e transformadora, (Silencio y recogimiento: una llave preciosa y transformadora)
Audio de Irdin: Silêncio que cura, (Silencio que cura)
Serie: Universalidade, (Universalidad)
Audio completo: http://www.irdin.org.br/acervo/detalhes/13081