Existen gradaciones en la manifestación de la vida evolutiva, que tiende a la sutilización.

Escuche el audio de Trigueirinho sobre el tema icone-audio

1.  La vida humana, que tiene al ego como núcleo conductor de su manifestación.

En esta, un error es como una válvula que restringe el flujo de la energía que se vierte sobre el individuo; una rebelión o un resentimiento bloquean la manifestación de la vida divina. Se necesita obediencia y serenidad. Resistir a lo que se sabe que es lo correcto es una desviación más grande que perpetuar la ignorancia.

2. La vida de aspiración, que comprende la fase en que la consciencia intenta estar enfocada en el nivel del alma.

Flor divinaPara llegar a conocer la propia realidad interna, es necesario que el hombre aprenda a estar consigo mismo y que encuentre la esencia de la soledad.

Un individuo está listo para vivir, equilibradamente, cuando es capaz de permanecer en armonía con su propio ser, cuando estar solo no lo asusta. La soledad auténtica es un estado de desapego de los vínculos que perturban el ascenso de la consciencia, sin el cual la libertad no se alcanza.

El descubrimiento de la soledad es fundamental para que el ser pueda penetrar la esencia de la vida divina, en la cual se encuentran aspectos profundos de la unión que, para ser conocidos, exigen disposición para superar sus conceptos sobre las relaciones con los semejantes, por más sublimes que sean.

3. La vida de servicio, en la cual la energía interna impregna al ser de tal manera que él es capaz de olvidarse de sí mismo.

Así comienza la glorificación y la divinización de su propia energía y, por irradiación, de todo lo que entra en contacto con él. A medida que cada ser percibe, claramente, su tarea interna, ciertas frecuencias de energía se pueden plasmar en la vida planetaria. Como cuerdas de un arpa, cada una de esas frecuencias tiene su vibración característica. La armonía de una música surge de la correcta disposición de las notas, pero, para que pueda oirse, los instrumentos tienen que estar afinados.

4. La vida divina, etapa en que el ser ya no busca aprendizaje, ni servicio para su evolución o de otro, es una manifestación viva de la Ley.

Es la energía pura en acción.

La vida divina enseña por el ejemplo y no por palabras que no se confirmen en actos. Nada pretende. Como flor sencilla, se abre fortalecida por el aprovechamiento correcto de lo que tiene a su alcance.

¿Con qué contribuiría al planeta un ser que fuera señor de gran sabiduría, pero que la usara en pro de sí mismo? Una de las reglas a seguir para la evolución espiritual fue, es y siempre será el olvido de sí mismo,  que es progresivo.

La misma tendencia que lleva al ser a ambicionar reconocimiento, posición y prestigio, lo lleva a sentir cierto gusto en padecer dolores y justificar sus debilidades. Este es un grado de ilusión primario que se debe repeler conscientemente. Se debe mirar con reservas una filosofía que asegure al hombre la liberación sin indicarle que, para alcanzarla, hay que trascender la gran prisión: el ego y sus apegos.

La energía divina manifestada en el pasado en ámbitos restringidos, selectos, golpea hoy a la puerta de todos. Necesitamos disponernos a recibirla. De la más elevada civilización de este planeta, se alza la llama de la vida divina que recorre los invisibles canales de los demás centros internos del planeta. En ellos se perfecciona por la vibración que los cualifica, para penetrar de inmediato en la materia, estimulándola a la ascensión.

La vida divina no tiene patria. No tiene origen conocido, ni un fin que alcanzar. Es la realización plena del ser. Es el júbilo de la creación manifestado en la existencia material cósmica.

Texto extraído del libro de Trigueirinho: “O Visitante” (p. 121, 122, 123), El Visitante .
Audio completo en: Dúvidas próprias desta época – nº 2

 

Flor divina