La relación del ser humano con el mundo externo

La relación del ser humano con el mundo externo lo lleva a crear estructuras mentales, formas-pensamiento a las cuales sus cuerpos más densos se integran y por las que comienzan a ser conducidos y dirigidos. En la vida humana diaria, común, por la propia dinámica existente en el plano etérico (energético) colectivo de vibración bastante heterogénea, esas formas se crean y se deshacen con mucha rapidez; no llegan a vitalizarse, con excepción de las evolutivas, vivificadas por seres que habitan planos supramentales, o de otras, negativas, mantenidas por corrientes involutivas.

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Cuando se lleva una vida más recogida, en un lugar donde se preserva cierta estabilidad vibratoria, las formas-pensamiento tienden a ganar mayor poder. Se mantienen activas por más tiempo y son más vigorosas, pues se alimentan de la energía de expansión actuante en el aura del individuo (energía que emite) o del grupo que está haciendo ese tipo de experiencia.

Como el trabajo energético es impersonal, neutro, hace emerger tanto puntos positivos como negativos. La Jerarquía Espiritual puede usar una vida grupal de oración y de entrega para diseminar en el plano mental planetario formas-pensamiento específicas, energizadas de modo especial y pasibles de actuar con mayor potencia. Pero puede ocurrir también que las emanaciones de las características humanas de los miembros de un grupo que se disponga a esta vivencia sean vivificadas y perturben mucho más que si fueran generadas en condiciones comunes de la vida terrestre.

El trabajo creativo con las energías del plano mental

El trabajo creativo con las energías del plano mental al servicio de la evolución, a pesar de haber sido iniciado por muchos pioneros, no fue asimilado por la humanidad en general. Como en cualquier sector de la existencia, si el individuo se lanza a relacionarse con esas energías sin que la sabiduría interna lo conduzca, podrá tomar rumbos incorrectos. Pero si esa relación se utiliza para manifestar las formas necesarias al propósito de la Jerarquía Espiritual, lo que siempre se da bajo la inspiración interior y no por elección de la parte consciente del ser, podrá constituir un campo rico de servicio y de donación.

Normalmente el  hombre no percibe los efectos de lo que provoca en los planos de consciencia más densos; sin embargo, si se dispone para una vida dedicada al contacto interno, se vuelve más perceptivo a lo que sucede, entonces tiene mayor cuidado con lo que él mismo está, permanentemente, generando, en especial en el nivel mental. En la actualidad este es uno de los niveles planetarios más conflictivos y que, por tener gran influencia sobre los otros, más materiales, debe ser observado con especial atención.

Por no estar suficientemente despierto para el mundo interno, muchas veces el individuo es asediado por fuerzas involutivas, entrando en crisis y conflictos sin siquiera saber cómo y por qué aquello se inició. Un punto es básico en este proceso, y de diferentes modos está presente en todas las enseñanzas espirituales auténticas: se debe enfocar la mente en el nivel más elevado que se pueda concebir, en lo que a menudo se llama Luz, o  Dios.

La energía sigue al pensamiento

La mente es, para el hombre de hoy, su campo de batalla, pero podría transformarse en su campo de servicio e instrumento de evolución si él buscara purificarla, observando una ley oculta que afirma: «la energía sigue al pensamiento». El camino evolutivo es un eterno proseguir, es un cambio y transformación continuos, siempre hacia estados en que el ser pueda expresar con mayor perfección el patrón vibratorio que le está reservado desde su origen.

Texto extraído del libro: «La Creación» de José Triguerinho, Ed. Kier, Buenos Aires.
Audio completo en: O serviço do corpo mental