Desde el 2014, el grupo Red-Luz de Guarujá, ciudad del litoral del estado de San Paulo, Brasil, y afiliada a la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional, realiza un trabajo de distribución de alimentos en una comunidad carente de la ciudad. Alrededor de 100 personas son atendidas cada semana.
El trabajo es desarrollado actualmente los días miércoles, cuando los colaboradores pasan a retirar los alimentos (verduras, frutas, legumbres y hortalizas) que son donados por un comerciante de la región y luego los distribuyen en la comunidad llamada Morrinhos 4.
Wanderley y Rosineide Freitas ya realizaban algunas actividades de ayuda en la región antes de que el trabajo fuera integrado al grupo de la Red-Luz, en el año 2014. Hoy el grupo está compuesto por 15 colaboradores, de los cuales, cuatro están más directamente ligados a esta tarea. En cada distribución son atendidas 20 familias de escasos recursos: “Al llegar al lugar, formamos un círculo con las personas a ser ayudadas, hacemos una oración e iniciamos la distribución. Cada familia lleva una bolsa de plástico y colocamos la cantidad de alimentos que es posible”, cuenta Rosineide.
En la comunidad son atendidos personas de edad, adultos y niños. Rosineide explica que para interactuar y estimular el raciocinio en los niños, durante la entrega de la bolsa de alimentos los colaboradores hacen preguntas de tablas de multiplicación y pequeñas cuentas: con ese pequeño estímulo, nos damos cuenta que ellos se entusiasman y nos llaman la atención cuando nos olvidamos de hacer la pregunta matemática”.
La cantidad de alimentos varía de acuerdo a la donación que se recibe. En promedio, superan las 15 cajas totalizando unos 500 kilos de alimentos que son distribuidos semanalmente.
Joanice es habitante de Morrinhos 4 y habla de la importância de la actividad del grupo en la comunidad: “agradezco a Dios, porque de vez en cuando no tenemos nada, una verdura, una fruta. Es muy bueno que ustedes puedan estar aquí para ayudarnos. Espero que ustedes continúen realizando esta obra, que es de gran importancia para las personas de este lugar y que Dios les bendiga”.
Para Rosineide, el trabajo del grupo se asemeja al de un puente que posibilita unir las donaciones con los hermanos que pasan necesidades. “Con este trabajo, yo siento una profunda alegría y al mismo tiempo una sensación muy grande de estar siendo trabajada en ciertos aspectos de mi ser. En la medida que vamos intentando hacer alguna tarea de encuentro con la necesidad del otro, de una manera impersonal, sin expectativas, vamos sintiendo un gran cambio en nuestra consciencia”.
