Desde tempranas horas de la mañana del domingo 11 de noviembre, la Casa del Peregrino del Centro Mariano de Figueira, con un ambiente alegre impregnado de devoción a través de cantos, recibió a los peregrinos que llegaron de la ciudad de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, Brasil. Un grupo que incluyó viajeros que por primera vez realizaban esta visita, así como integrantes de la Red-Luz e Hijos de María. En cualquiera de los casos se dieron el permiso de emprender el camino y de realizar la vivencia de un día. La que algunos denominaron “una experiencia que cambia la vida”. De esta manera, organizado por el Centro Mariano de Figueira y acompañados por miembros de la comunidad se dio inicio al encuentro que, posteriormente, los llevaría a recorrer la ruta de ese intenso día.
El sendero recorrido: Bosque de la Armonía
Tras la recepción en la Casa del Peregrino, una vez que emprendieron la caminata, la primera parada se realizó en el Bosque de la Armonía, ese espacio verde que sugiere introspección, donde se encuentra la Oca, un sitio cuya construcción fue totalmente inspirada en las originarias cabañas indígenas suramericanas y que en este caso, es utilizado para vigilias de oración. Con estas características este bosque resultó el mejor sitio para iniciar el recorrido. Ubicados en círculo realizaron una sintonía que ancló una energía grupal que luego se manifestaría en cada paso recorrido, en cada sitio visitado, en cada corazón tocado.
Paso a paso, hacia el Campanario
Guiados por monjes de la Orden Gracia Misericordia y tratando de mantener la energía construida en la sintonía grupal, continuaron el camino en silencio, en su ritmo y tiempo cada cual fue guiando sus pasos hacia el Campanario, a pocos metros del Portal de la Paz de la Colina de las Apariciones, área del Centro Mariano de Figueira. Una vez allí, respirando ese aire sacro, aguardaron las indicaciones que los organizarían en dos grupos para los posteriores puntos.
Ermita del Cristo Glorificado y Casa Inmaculada Paz
Tanto la Ermita del Cristo Glorificado como la Casa Inmaculada Paz son espacios de oración. Allí, los peregrinos pudieron permanecer un tiempo prudente que les concedió la posibilidad de realizar, conscientemente, un momento de interiorización.
La Cruz Azul: sellando la experiencia
Con el impulso recibido de las oraciones realizadas, los peregrinos se compactaron en un solo grupo y se dispusieron a subir el último tramo de la colina. Visiblemente animados, consiguieron llegar y estar frente a la Cruz Azul, imponente símbolo de “la presencia visible de Dios”. Una vez allí, se encontraron con todo dispuesto para realizar la Comunión, sacramento que sellaría el recorrido por todos los puntos sagrados.
Así descendieron la Colina, conmovidos por lo realizado y al abordarles para saber su impresión, algunos resumieron que el participar de un día así, sin saber que les esperaba, era permitirse una “experiencia que cambia la vida”.
“Para el peregrino constituye una prueba no tener ninguna novedad que lo anime y que le haga caminar, pues debe incluso así permanecer fiel a la meta que se propuso cumplir” (Extracto de un artículo de José Trigueirinho, titulado “La perseverante entrega del peregrino en el camino espiritual”, publicado por el diario «O Tempo», de Belo Horizonte, Minas Gerais, el 27-08-2017).
¿Alguna vez pensaste ser peregrino?
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