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Un árbol simbólico

Cuatro individuos querían ver un árbol simbólico, muy famoso. Alguien, que lo conocía bien, se ofreció para conducirlos hasta él, uno cada vez. Llevó al primero durante el invierno, cuando el árbol solo tenía tronco y ramas, ya que todas las hojas habían caído. Pasado algún tiempo, llevó al segundo y, como era primavera, las hojas estaban comenzando a despuntar. Después, en el período de verano, llevó al tercero, y ese vio al árbol florecido. Finalmente, en el otoño llevó al cuarto, que lo vio cargado de frutos.

El guía

Después de esas visitas, el guía reunió a los cuatro y les pidió que describiesen al árbol. El primero dijo haberse admirado de que fuese tan famoso, pues no vio nada, a no ser ramas desnudas. El segundo dijo que era un árbol normal, con algunas hojas, pero sin cualidades notables. El tercero dijo que era un bellísimo árbol con flores llenas de vida, y el cuarto dijo que el árbol merecía, realmente, la fama que tenía: sus frutos eran copiosos y de gran valor.

La mente común ve de forma parcial
A cada momento las cosas cambian

Esa historia sirve para ilustrar cómo la mente común ve de forma parcial. A cada momento las cosas cambian, aún así, la mente continúa definiéndolas según lo que es capaz de aprender con sus escasos recursos. El alma, a su vez, sabe que nada es fijo y, cuando habla con nosotros, demuestra la universalidad de sus perspectivas. Cuando nos da señales sobre algo, lo hace como una síntesis. En el caso del árbol, el alma vería, de una sola vez, los diversos estados de la planta completos y depurados de lo superfluo.

Cuando estamos libres del control del cerebro físico y, por lo tanto, en condiciones de penetrar realidades más amplias, desaparece la actitud habitual con la cual encaramos las situaciones. Por medio de los sueños conocemos un mundo al que los sentidos comunes no tienen acceso.

Un símbolo

Para comunicarse con nosotros, el alma utiliza elementos de nuestra propia memoria. Por eso, un símbolo percibido por un individuo en general es adecuado solo por él. Si al ver un símbolo pido a un analista común que lo interprete, puedo llegar a las más diversas e interesantes lecturas de ese símbolo. Sin embargo, el camino más corto y más certero, sin dudas, es silenciarme delante de lo que vi, volverme hacia el centro de mi ser y aguardar que el significado, venga desde allí. Eso es así, porque en algunas ocasiones, el alma usa símbolos que se refierena nuestra experiencia interior, espiritual. En ese caso, solo nosotros mismos tenemos acceso al verdadero sentido de ellos.

La forma de actuar del alma, difiere de la forma de actuar de la personalidad. La personalidad aquilata en base a su propia experiencia. El alma, por traer consigo la experiencia de un nivel elevado, sutil, y la sabiduría del nivel en que vive, muestra un cuadro, tomando en cuenta una parte mucho más amplia y profunda de la creación y de los mundos que la mente puede concebir. Al mostrar, por ejemplo, por medio de un sueño, que una persona está a oscuras, el alma lo hace sin excluirla de la totalidad de la vida y sin eximirnos de la responsabilidad por lo que pueda estar aconteciendo con ella. Al ser la vida una totalidad, no hay situaciones ajenas que no se relacionen, ni tampoco hay acto nuestro, físico, emocional o mental, que no se refleje positiva o negativamente sobre los demás.

Ese es el punto de vista del alma, universal
Si estuviéramos receptivos a ella,
aprenderíamos a ser más profundos y compasivos

Libro de TriguerinhoMensagens para sua transformação (Mensajes para su transformación)
Texto extraído del capítulo: A vida vista pela alma é mais abrangente e universal (La vida vista por el alma es más amplia y universal.)
Audio de Irdin – completo en: Conversas com Trigueirinho nº 142