Parte 12 – Armagedón, después de todo, reinará la paz
Tema: Cura planetaria, Cura de la Humanidad
Llegamos con la PARTE 12 y PARTE 13 de estos IMPULSOS DE CURA, al final del ciclo de estudios sobre Cura planetaria que, como se vio, está íntimamente vinculada a la Curación de la propia consciencia humana. Las palabras amorosas, pero fuertes, de alerta de la Hermandad Cósmica, en su incansable tarea de asistirnos e instruir, y publicadas en el Impulso de Cura anterior, fueron muy taxativas:
Mientras el nuevo tiempo se acerca, la purificación se acelera, y esto no es un castigo. Dios nos ama y nos amará siempre, y nos ampara, aún más, a aquellos que están desamparados en este momento, pero esa purificación planetaria forma parte de la transición que vivimos en estos tiempos hacia una nueva Humanidad y una Nueva Tierra. Ella sucederá en diferentes regiones del Planeta e impactará más a aquellos que obstruyen el descenso de la Luz, y que no quieren cambiar los patrones de sus vidas. La Hermandad Cósmica siempre ha ejercido incansablemente esta tarea de protegernos en algún nivel, pero el libre albedrío humano es lo que casi siempre marcó esta triste senda. Y él es respetado por Ley. A pesar de tantas ayudas que recibieron para intentar enderezar ese camino, la acción misma de la humanidad la llevó a desviarse de él. ¡Cuántas veces fue corregido, alineado y elevado! Lo que es esencial a la evolución de la Creación debe ingresar en la vida de todos los seres.
Quien piensa seguir viviendo igual, como si nada estuviera sucediendo, porque aún no ha sido alcanzado más directamente por la purificación, que pare, respire profundamente, permanezca en silencio, clame con el corazón por perdón y misericordia, pero no retarde su despertar. Camine firme, sin prisa, pero sin pausa.
El Universo no se detiene, nunca; es incansable, implacable. La purificación planetaria sigue su marcha, firme; se intensifica y se universaliza. Ya es un tema dominante en las comunicaciones de masas. La Instrucción prosigue, se amplía, y se profundiza:
El hombre sobrepasó el grado permitido de desajuste y de interferencia en las Leyes planetarias. Llevado por la ambición, el orgullo y la necesidad de satisfacción de sus más groseros apetitos, tuvo una intervención nefasta en la Naturaleza. Ahora, en los días finales de este siglo, antes de que un holocausto ocurra, liberando de ese modo al planeta hacia una etapa más luminosa y sutil, la purificación y la transmutación, en todos los Reinos de la Naturaleza, serán los procesos asumidos, tanto en la consciencia, como en la práctica de la vida.
El despertar de la Tierra, sin embargo, no depende de una decisión humana. Sea cual sea el camino asumido por la parte perdida de esta humanidad, la liberación y la luz se implantarán en el Planeta. Esto está decidido por el Universo, y por eso los Hermanos del Cosmos están presentes. Cabe al hombre entregarse a la Ley Suprema y desapegarse.
Del nuevo libro de Triguerinho: Nuevos Tiempos, Nueva Postura, pág. 16
Vivimos momentos muy decisivos
Así, nos encontramos hoy en pleno Armagedón. Esta palabra hebrea de poder, usada por San Juan en su libro de revelaciones, el Apocalipsis, al final del Nuevo Testamento, define una batalla que se traba en los planes espirituales entre las fuerzas del bien y las del mal, y en la que nos encontramos insertos como humanidad. Así, vivimos momentos muy decisivos, que se reflejan en la vida de cada uno de nosotros. Y ese mismo Apocalipsis, de San Juan, contiene además una visión de futuro, de una Nueva Humanidad.
Un gran Instructor universal nos convoca a estar más despiertos y confiados ante ese importante momento evolutivo de la humanidad. Y sugiere contemplar el mundo en el que vivimos, y silenciar, por un instante, los pensamientos y las emociones. Y ese Instructor nos invita también a observar cómo nuestro mundo interior reconoce que la vida que expresamos en la Tierra no tiene nada que ver con la vida ni con el pensamiento de Dios sobre nosotros y nuestra vida en este planeta. Él constata que la vida que vivimos no es lo que Dios, la Creación, pensó para nosotros. Vivimos algo totalmente por fuera del Plan general de la Creación. Y nos revela y recuerda que tenemos dentro del corazón un modelo de cómo deberíamos ser. Por lo tanto, tenemos que encontrar en nuestro corazón ese modelo, porque así podemos unirnos a él y realmente ser lo que deberíamos ser.
El verdadero amor
Nuestro corazón, dice el Instructor Divino, anhela vivir la fraternidad, conocer el verdadero amor, principios que en la Tierra aún no expresamos. El verdadero amor fue lo que Cristo nos trajo y nos enseñó a vivirlo, hasta el punto de donar su vida por la humanidad. Él mostró, a través de toda su vida, cómo vivir ese amor, pero no lo vivimos, no seguimos sus pasos; fuimos muy superficiales y no correspondimos a lo que Él nos enseñó. Su Instrucción fue muy clara: el verdadero amor es aquel que nos lleva a dar la vida por nuestros amigos y a perdonar a los enemigos, amándolos tal como si fueran parte de nosotros. Esta aspiración habita en nuestro interior y nuestra vida debería ser pautada por ella. Como no lo es, cada uno de nosotros se siente un poco desplazado en la vida que lleva, y no sabe el porqué. El modelo de la Creación sería ese, pero tantas cosas interfirieron que acabaron por llevarnos a una vida que no era la planeada para nosotros, ni para la humanidad. Y finalmente, el Armagedón llegó.
Así, los problemas humanos se volvieron enormes y sería de vital importancia centrarnos en algo positivo, despertar una actitud interna que perdimos a lo largo de nuestras encarnaciones, por ejemplo, el contacto fraterno con la Naturaleza. Ella, prácticamente, fue excluida de nuestra consciencia, nuestros pensamientos, nuestro corazón. Hoy se lleva una vida alienada e inconsciente en los centros urbanos, e incluso en el campo, y perdemos la verdadera consciencia de que, no solo estamos en la Naturaleza, sino de que somos parte de ella.
Formamos el Reino Humano, al lado de los Reinos Animal, Vegetal y Mineral. Nos olvidamos de eso, y los tratamos como terribles y temibles depredadores. Depredamos sus recursos, destruimos y contaminamos los ecosistemas, todo de forma brutal. Y como humanidad, fuimos todos cómplices de esa masacre, directa o indirectamente, y todo eso se refleja sobre cada uno de nosotros, y tendríamos que pasar por una profunda reforma, por una amplia transformación.
Sabemos cuándo avanzamos y cuándo regresamos
Aquellos más atentos a lo que pasa en su interior perciben que un ciclo evolutivo de la vida planetaria y humana está llegando a su fin. Así, si no establecemos una paz en nuestro corazón será muy difícil vivir ese nuevo ciclo. El camino de la involución, del retroceso, es muy familiar a la consciencia humana: sabemos cuándo avanzamos y cuándo regresamos. El Reino Vegetal, entre los Reinos de la Naturaleza, fue el que más cumplió su papel, el más fiel al Plan evolutivo Así, si nos abrimos de corazón a su energía, podemos avanzar y salir de este estado de casi torpor e inconsciencia, y entrar en un nivel más constructivo y elevado de consciencia.
Esta no es la primera vez que entramos en este estado de decadencia. Esto ya sucedió en la época de Lemuria, cuando la consciencia humana desarrolló un anhelo incontrolable por manipular el poder, al punto de querer sustituir la Creación. Entonces también se dio el Apocalipsis, y la Lemuria desapareció. Volvimos a repetir eso en la Atlántida, cuando la humanidad hizo una peligrosa incursión en el campo de la magia, intentando controlar el mundo con ella. Y la Atlántida pasó también por un cataclismo y desapareció. Y ahora, esta vez, la mente humana, a través de la tecnología, del falso poder de las máquinas y de las computadoras, está intentando nuevamente igualar a las fuerzas naturales, a las energías eternas de la Creación. Como se nos ha otorgado el libre albedrío, como instrumento de aprendizaje y de evolución, podemos usarlo libremente, pero tenemos que revisar seriamente este tema.
El ser humano, por ejemplo, cree que tiene poder sobre los Reinos de la Naturaleza, y puede incluso masacrarlos, como lo está haciendo, pero él no tiene ese poder, eso no está dentro de su ámbito de actuación. Existe un poder mucho mayor, que vela por todos y por todo, por todo el Universo, manifestado y no manifestado, y que mantienen el equilibrio entre los Reinos. El propio equilibrio del Reino Humano es algo que da mucho trabajo al Universo.
El hombre degradado todavía cree, por ejemplo, que tiene poder sobre la Vida, y diezma el Reino Animal, sin piedad, para usarlo para su consumo y placer; libera la cruel matanza animal para justificar prácticas corrompidas y degeneradas de supuestas investigaciones médico-científicas; libera la práctica brutal del aborto humano, que marca profundamente los espíritus y las almas de los seres no nacidos. Por esta razón, la Fuente Mayor del Amor-Sabiduría envió a sus Mensajeros Divinos, incluyendo a Jesucristo, María y San José, para que esa situación cambiara y para que aprendiéramos, con Ellos, como deberíamos ser. Y el mismo Jesucristo, encarnado en cuerpo físico, nos enseñó a lo largo de toda su vida, a reconocer el verdadero amor, el que nos lleva a dar la vida por nuestros amigos, y a perdonar a los enemigos, amándolos como si fueran parte de nosotros, y amando al prójimo como a nosotros mismos.
Nuestro Instructor Divino nos dice que muchos de nosotros no asimilamos los ejemplos de Cristo. Y eso se convirtió en una catástrofe para los Reinos de la Naturaleza, pues pasamos de Guardianes, como era el Plan, a depredadores de los Reinos.
El tema de la cura planetaria continuará!