Parte  11 – Tierra, un Planeta en riesgo permanente
Tema: Cura planetaria, Cura de la Humanidad

Dios nos ama y nos amará siempre

Terra - aurora borealVimos en la parte 10 de este tema sobre la Cura Planetaria, que el grave evento sísmico que asoló el norte de Japón en marzo del 2011, estuvo asociado a una profunda fisura energética, telúrica y tectónica que se abrió en las profundidades del Océano Pacífico, que casi ‘rasgó’ la Tierra por la mitad, como cuando se corta una fruta por la mitad. Y esto fue una clara evidencia, para nuestros Hermanos Mayores, de que la purificación y la transición planetaria se habían adelantado. Así, una definitiva reacción en cadena se había desencadenado en toda la vida planetaria. Y la instrucción superior prosiguió.

Todo esto debería llevarnos a meditar en lo que le sucedió a la Tierra, cuando un meteoro la impactó violentamente, en el principio del Proyecto Genético, en el período del Génesis, atraído de forma similar por el egoísmo humano movido por una ambición extrema de poder. La humanidad siempre ha sido muy resistente a aprender con las grandes lecciones de la vida, lo que explica su larga y sufrida trayectoria.

Cuando situaciones tan movilizadores se manifiestan en el Planeta, las fuerzas negativas se multiplican muy rápidamente, en progresión geométrica, y grandes condensaciones de energías involutivas se asientan en los lugares donde ocurren los acontecimientos. En parte, son creaciones psíquicas densas y disociadas de la propia consciencia colectiva, y en gran parte ingresan, también, por puertas que las propias personas abren, ininterrumpidamente, a través del plano mental-emocional, como el miedo, el sufrimiento, los conflictos, las guerras, el odio, todos los vicios capitales, y mucho más.

El nuevo tiempo se acerca

Mientras el nuevo tiempo se acerca, la purificación se acelera, y esto no es un castigo. Dios nos ama y amará siempre, y ampara, aún más, a los que están desamparados en este momento. Esta purificación planetaria forma parte de la transición que vivimos en estos tiempos rumbo a una nueva Humanidad, a Nueva Tierra. Ella se manifestará en diferentes regiones del Planeta e impactará más en los que obstruyen el descenso de la Luz, y que no quieren cambiar el patrón de sus vidas. La Hermandad Cósmica ha ejercido, incansablemente esta tarea de protegernos en algún nivel, pero el libre albedrío humano es lo que casi siempre marcó esta triste senda, lo que es respetado por Ley. A pesar de tantas ayudas que recibimos para intentar enderezar este camino, la propia acción de la humanidad la llevó a desviarse de él. ¡Cuántas veces fue corregido, alineado y elevado! Lo que es esencial a la evolución de la Creación debe ingresar en la vida de todos los seres.

Camine firme, sin prisa, pero sin pausa

Quien piensa seguir viviendo igual, como si nada estuviera sucediendo, porque aún no ha sido tocado más directamente por la purificación, que se detenga, respire profundamente, permanezca en silencio, clame con el corazón por perdón y misericordia, pero no retarde su despertar. Camine firme, sin prisa, pero sin pausa.

La irradiación cósmica del Sol Central de la Galaxia se está intensificando y sutilizándose cada vez más, y la humanidad recorre el camino opuesto, se densifica día a día. Para mantenernos al lado de los Hermanos Mayores la aspiración debe dirigirse siempre hacia lo Alto. En realidad, tenemos la solución ante nosotros, expresada en dos verdades sublimes y eternas: el Amor y la Unidad. «Amaos unos a los otros, así como Yo os he amado». Esta es la Ley Primera, la Ley Mayor, que el Hijo primogénito vivió íntegramente por nosotros, hasta sus últimas consecuencias, en la Cruz. Y nosotros, como criaturas también nacidas del Único y amoroso Padre, ¡somos todos hermanos! Unidos en Fraternidad a toda la Creación Universal. Lo que llamamos Madre Tierra está de parto y esa Madre sufre, no encuentra donde apoyarse. ¿Dónde están sus hijos, los que Ella gestó y dio a luz en todos los tiempos?

Para dejar que la sabiduría de la esencia surja

«Los que se unen a Dios y silencian sus mentes, para dejar que la sabiduría de la esencia surja, no temen conocer la verdad y no quieren callar la Voluntad de Dios. Ellos saben que, al final de toda esta batalla, triunfará el bien. Por eso, reconocen la urgente necesidad de transformación, reconocen la imperiosa voluntad interior de renunciar al viejo hombre y a sus tendencias y de abrirse, para que lo Nuevo destituya el reinado de los obsoletos vicios humanos, por más que, la mente humana, a esas energías retrógradas y degeneradas, cuando se manifiestan en la materia, a veces las denomina tecnologías.

Hijo, al retroceso la mente humana lo denomina avance. Los que siguen las tendencias de estos llamados «avances» no perciben que el camino hacia la evolución quedó atrás, cuando la consciencia humana rechazó la simplicidad, la fraternidad y el amor, y en la era industrial, que marcó el retroceso espiritual del ser humano, abrió la competitividad la esclavitud, el usufructo obsesivo y la negación casi absoluta de la vida espiritual.

En otras eras de decadencia, como al final de la Atlántida y de la Lemuria, el deseo de la manipulación de poder espiritual acarreó que el hombre perdiera su camino de pureza y unidad. Ahora, nuevamente, el falso poder se apodera de la mente y de la aspiración de los hombres que creen que pueden colocarse por encima del Creador con su libre albedrío.»

(Mensaje de San José, 27 de octobre de 2018)

Todas estas turbulentas olas de pensamientos, sentimientos y procedimientos malévolos que la humanidad, sin cesar, proyecta al Espacio, luego son  absorbidos por el Gran Espíritu de las Aguas que habita la esencia de los Grandes Océanos, para ser transmutadas por los grandes Espejos Oceánicos. Parte de esta turbulencia se refleja en el Gran Espíritu del Fuego, que habita la esencia del Cinturón del Fuego de las abismales regiones submarinas, para ser purificada y transmutada por su magma ardiente que se mueve en el interior de la Tierra. Esta gran batalla interna e invisible moviliza las placas tectónicas, que colisionan y deslizan entre sí. En la superficie, la corteza se estremece y se fractura, sus volcanes despiertan y se activan, surgen cataclismos tempestades, maremotos, tsunamis, y se fomentan las guerras.

El tema de la cura planetaria continuará!