La Misión Colombia Humanitaria, emprendimiento de la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional (FFHI) en apoyo a los migrantes venezolanos y desplazados colombianos, entró en su tercer mes de desarrollo en la ciudad colombiana de Cúcuta, en la frontera con Venezuela.

La misma está a cargo de una veintena de voluntarios, varios de ellos sin experiencia previa en tareas humanitarias internacionales. Están allí impulsados por las ganas de hacer algo, lo que sea, para aliviar, aunque sea mínimamente, el dolor de miles de seres humanos que protagonizan, contra su voluntad, la peor crisis migratoria de Sudamérica en las últimas décadas.

Familias migrantes intentan un autostop

“Es impactante ver a familias enteras, con niños pequeños, caminando por la carretera sin rumbo fijo, sin perspectivas, sin conocer a nadie, sin saber si conseguirán llegar a algún lugar. Y lo peor: sin saber hasta cuándo durará esa pesadilla”, testimonia Bianca Montemovo, voluntaria brasileña de 18 años de edad, quien representa a la Juventud Misionera por la Paz.

Ella asegura estar aprendiendo mucho con la experiencia misionera. “Es muy bueno poder entregar amor a los que sufren, porque uno ve que a veces solo necesitan de un saludo, una sonrisa, de no ser tratados con indiferencia”, complementa para luego rematar: “considero muy importante que otros también se animen a venir a ayudar”.

Colombia Humanitaria

Actividad recreativa en el Centro Piloto

La Misión Colombia Humanitaria transcurre básicamente en dos locales católicos de asistencia a migrantes, desplazados y familias de escasos recursos: el Centro Piloto Scalabriniano y el Centro de Migraciones. En el primero, 4500 niños y adolescentes que se encuentran fuera del sistema escolar reciben apoyo educativo emergencial. El segundo funciona como hospedaje temporal. Los misioneros de la Fraternidade ayudan en ambos locales con talleres de manualidades y de artesanía, así como coordinando actividades físicas y recreativas.

“Los niños desarrollan espontáneamente una fraternidad preciosa. Sin preguntarte siquiera cómo te llamas o de dónde vienes, ya te están amando, compartiendo todo, regalando sonrisas, regalando lo que sienten y entregándote su gratitud, su cariño, en un abrazo, un saludo. Son realmente niños muy educados, sensibles, abiertos, comunicativos”, destaca Enoc, otro de los voluntarios.

Alegre ronda con canciones navideñas

El relata que tuvo oportunidad de cantar con los chicos algunos villancicos navideños y que de repente surgió una ronda muy creativa que se transformó en un pesebre viviente. Entusiasmado, prosigue contando que la actividad resultó mágica porque algunos pequeños que se mostraban desganados para todo, de repente se los vio cantar, hacer palmas y transformarse por completo.

Renato Goshima, quien también representa a la Juventud Misionera por la Paz, comenta que en el Centro de Migraciones puede verse a los niños que se mantienen más alegres, más centrados en las actividades del día, mientras que los adultos, si bien se distraen con los trabajos de artesanía que realizan, no pueden evitar la preocupación por la incertidumbre que retornará a sus vidas cuando se cumpla el plazo de permanencia en el local de acogida.

Migración se duplicaría en 2019

Preparando materiales para trabajar con los niños

Los misioneros acompañan a los migrantes de lunes a viernes, por la mañana. El resto del tiempo ocupan con actividades de formación misionera y entrenamiento físico, caminatas de 15 a 20 kilómetros, mantenimiento de la casa donde se alojan, preparación de los talleres que desarrollarán al día siguiente, ejercicios espirituales y descanso.

Hasta noviembre, la cantidad de venezolanos que habían huido de la crisis económica, política y social que afecta a su país ya sumaban tres millones en todo el mundo, según datos divulgados por la OIM (Organización Internacional de las Migraciones) y Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). De ese total, 2,3 millones sobreviven como pueden en diferentes países sudamericanos, siendo Colombia el principal receptor, con más de un millón de migrantes. La previsión para el 2019, según esos organismos multilaterales, es que la migración venezolana se duplicará.

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