Servicio y neutralidad del grupo permite entrar en contacto con las características de los pueblos originarios, como la percepción y comprensión de la naturaleza y de la vida en comunidad.
El grupo Red-Luz Paraguay visitó, el 19 de octubre, en la ciudad de Luque, aproximadamente 15km de la capital Asunción, la Comunidad Tarumandyni de los pueblos originarios, donde viven alrededor de 150 personas de la etnia Ava Guaraní.
Los primeros contactos con las comunidades de los pueblos originarios de la región empezaron en el mes de abril de este año, cuando un equipo de la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional inició un trabajo de investigación y de recolección de informaciones.
“En el mes de abril recibimos una solicitud de la Virgen María para que fuéramos a algunas comunidades de los pueblos originarios de la región de Asunción y de Ciudad del Este”, explica Faustina, coordinadora de la Red-Luz Paraguay.
Se hicieron muchos contactos con los líderes y miembros de las comunidades para saber cuáles tenían más necesidades, teniendo en cuenta los diferentes grados de pobreza y la realidad de cada una. En caso de la Comunidad Tarumandymi, la única construcción más estructurada que se encontró fue una pequeña escuela para niños. También se constató que en el local se encontraban varias máquinas de coser, pero no había tela disponible para utilizarlas.
Muchos miembros de las 46 familias de la comunidad viven de pedir limosna en las calles, y los hombres suelen trabajar como albañiles, con salarios muy bajos.
En la visita del 19 de octubre, el grupo Red-Luz donó rollos de tela, ropa, zapatos, juguetes y materiales de pintura. El grupo también armó una carpa en donde los niños recibieron regalos, con mucha alegría.
Además de esta localidad cercana a la capital Asunción, la Red-Luz Paraguay ha estado organizando visitas trimestrales a comunidades de los pueblos originarios en la región de Ciudad del Este.
Según Faustina, el grupo actualmente está saliendo de su comodidad y sintiendo que va despertando poco a poco. Ella explica que antes la indiferencia con estos pueblos originarios era casi total.
“Nos dimos cuenta que lo que más les gusta es compartir e interactuar. Porque la mayoría solo entrega donaciones. Nosotros abrazamos a los niños, aprendimos sus nombres, miramos a sus ojos, sonreímos. Seguramente vamos a mejorar el trabajo a medida que los visitemos”, concluyó Faustina.
“Existen seres que resguardan la consciencia indígena en el planeta, son los guardianes de la pureza y de la simplicidad y velan para que ellas no desaparezcan del corazón humano». *
*Pasaje extraído de una charla de Trigueirinho “Tempo de Crescer”.
