Viernes, 22 de junio

La jornada misionera de hoy, viernes 22 de junio, se caracterizó por el espíritu de fraternidad y alegría que inundó el hogar de ancianos de As Subra, en El Cairo, Egipto.

Las actividades recreativas se multiplicaron durante la mañana en las dos alas de la casa, la masculina y la femenina.

Los miembros de la Misión Egipto, tarea humanitaria desarrollada por la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional, cantaron y danzaron con los internos del ala masculina. Los ancianitos retribuyeron las muestras de unidad, por encima de barreras culturales y de idioma, con músicas que ofrecieron con mucho cariño y gratitud.

Jóvenes voluntarios

En el ala femenina, los misioneros humanitarios acompañaron la presencia de un grupo de jóvenes pertenecientes a iglesias cristianas, que como todos los viernes, llegaron para apoyar a las Hermanas de la Caridad en las tareas de la casa y en el entretenimiento de las ancianitas. Ellos cantaron y presentaron una obra de teatro, que resultó bastante divertida para las homenajeadas.

“Pudimos experimentar una gran Paz, que nos fortalece y nos guía para continuar con pasos firmes. Sentimos también emerger de nuestros corazones un gran Amor”, testimonió Rosi Freitas, integrante de la Misión Egipto.

Por la tarde, los varones del grupo terminaron el arreglo y pintura de siete camas. En tanto, las mujeres acompañaron a las internas, algunas de las cuales, recibieron la visita de familiares. La enfermera del grupo, Manuela Braga, siguió brindando asistencia a los enfermos, con curaciones y otros procedimientos.

Contacto especial

Posteriormente contó un caso que le tocó vivir y que la conmovió bastante: “Ayer tuve un contacto muy especial con uno de los enfermos y hoy él fue trasladado a un hospital privado para que se le practique una amputación de pierna. Pude acompañar la visita del médico antes de la internación y durante toda la conversación pude ver como el paciente permanecía en una profunda e inquebrantable serenidad. Luego le realicé una curación y él comenzó a orar. De inmediato sentí el impulso de acompañarlo. Fue un momento muy especial. Sentí en lo profundo del corazón un reencuentro de almas a través de la fuerza de la oración”.

La superiora de las Hermanas de la Caridad en El Cairo comentó que la ayuda recibida de la Misión Egipto les permitió reorganizar espacios en la casa de servicios de As Subra para poder recibir a más ancianas y liberar espacio en la casa de servicios de Mokattam, a fin de recibir y cuidar en ese lugar a más niños, mientras sus padres trabajan en el reciclado de basura. En señal de agradecimiento, las monjas obsequiaron a cada misionero humanitario un crucifijo.