La importancia de la respuesta humanitaria asertiva

Hasta el año 2030, todos tenemos una responsabilidad: los compromisos adquiridos en la primera Cumbre Humanitaria Mundial, celebrada en 2016, propuesta en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Ese año, representantes de los ciento noventa y tres estados miembros de la ONU se reunieron en Nueva York y reconocieron que la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la pobreza extrema, es el mayor desafío global y un requisito indispensable para el desarrollo sostenible.

Para ayudar al planeta y a los gobiernos a promover la transformación del mundo, todos necesitamos conocer y saber cómo actuar en situaciones donde las poblaciones o las personas están expuestas a riesgos. Y no se trata solo de casos extremos, como una guerra civil o una invasión extranjera, sino situaciones que se multiplican en la ciudad o en el vecindario donde se vive, en el que las familias pueden estar sufriendo la privación de insumos básicos, como agua y alimentos, o viven en condiciones infrahumanas, o niños que están bajo el cuidado de padres o tutores abusivos.

Los casos de poblaciones expuestas a riesgo estallan en todo el planeta. Los datos del informe de Tendencias Globales publicado anualmente por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) revelan que setenta millones de personas en todo el mundo se vieron obligadas a abandonar sus hogares desde que la agencia de la ONU se hizo cargo. De ellos, veinticinco millones son refugiados, la mitad de los cuales son niños y jóvenes menores de dieciocho años. Redactado con el objetivo de ayudar a las organizaciones y a los estados a planificar respuestas humanitarias, el informe también señala que, cada minuto, veinticinco personas se desplazan como resultado de conflictos o persecuciones.

Consciente de que es esencial planificar y ejecutar respuestas humanitarias, la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional (FFHI) incorporó las prácticas establecidas en el Manual Esfera para capacitar a sus equipos de misioneros y planificar las misiones humanitarias que lleva a cabo en Brasil y en todo el mundo. El manual es fruto del Proyecto Esfera, un movimiento creado en 1997 por un grupo de organizaciones humanitarias no gubernamentales y el Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, para mejorar la calidad de las respuestas humanitarias y para que las organizaciones se responsabilicen de sus acciones. Durante dos décadas, la Esfera ha estado difundiendo sus convicciones esenciales en todo el mundo:

  • Las personas afectadas por desastres o conflictos tienen el derecho de vivir con dignidad y, por lo tanto, de recibir asistencia.
  • Deben tomarse todas las medidas posibles para aliviar el sufrimiento humano causado por desastres o conflictos.

El Manual Esfera, creado en 1998, ha sido adoptado por los gobiernos, los donantes, las Fuerzas Armadas y el sector privado para guiar sus acciones de ayuda o aquellas en las que trabajan en forma conjunta con organizaciones humanitarias. En Brasil, un grupo de seiscientos misioneros y voluntarios de la Fraternidade – Humanitaria (FFHI) participa en el ciclo de formación del Manual Esfera. El curso lo imparten miembros de la Misión Humanitaria de Colombia, una respuesta de la afiliada Fraternidade – Misiones Humanitarias Internacionales (FMHI) afiliadas a la crisis experimentada por los migrantes de Venezuela, en asociación con la Comunidad Luz Flor-de-Lys en Portugal.

La primera edición del Manual se publicó en 1998. Desde entonces, se han lanzado cuatro ediciones revisadas y ampliadas, la más reciente en 2018, que adoptó las directrices del documento «Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible», en el que los países signatarios se comprometieron a tomar medidas para promover el desarrollo sostenible en los próximos años.

La cuarta edición del Manual Esfera – Carta Humanitaria y Estándares Mínimos para la Respuesta Humanitaria – se basa en dos ejes principales. El primero, llamado Capítulos Esenciales, contiene: la Carta Humanitaria, los Principios de Protección y la Norma Humanitaria Esencial. Y el segundo reúne los Capítulos Técnicos, que tratan sobre la Promoción del Agua, Saneamiento e Higiene (WASH); Seguridad Alimentaria y Nutrición; Alojamiento y Asentamiento; y Salud.

 El manual cataloga diez puntos con el formato de un código de Conducta (véase el Cuadro), en el que los actores humanitarios deben contemplar iniciativas relacionadas a la imparcialidad, la no discriminación, la dignidad humana y la rendición de cuentas. El personal y los voluntarios de las organizaciones que trabajan en respuestas humanitarias también deben comprender las vulnerabilidades y las capacidades de las poblaciones impactadas por crisis y desastres.

En opinión de la Esfera, todas las personas (hombres, mujeres, niños), independientemente de su edad, deficiencias, nacionalidad, religión, origen étnico, estado de salud, afiliación política, orientación sexual, identidad de género o cualquier otra característica, tienen derecho a vivir con dignidad y por lo tanto tienen derecho a recibir asistencia.

CUADRO 1 CÓDIGO DE CONDUCTA – 10 PRINCIPIOS BÁSICOS

Los 10 puntos que deben cumplirse estrictamente por personas y entidades dispuestas a adoptar el Manual Esfera como eje de sus acciones:

1 – Lo más importante es el deber humanitario.

2 – La ayuda no está sujeta a la raza, credo o nacionalidad de los beneficiarios ni a ninguna otra distinción. El orden de prioridad de asistencia se establece según las necesidades.

3 – La ayuda no se utilizará para promover ninguna opinión política o religiosa.

4 – Nos esforzaremos para no actuar como instrumentos de política exterior del gobierno.

5 – Respetaremos la cultura y las costumbres locales.

6 – Desarrollaremos capacidades para enfrentar desastres, usando habilidades y recursos disponibles localmente.

7 – Buscaremos formas de involucrar a los beneficiarios de la acción en la administración de la ayuda humanitaria.

8 – La ayuda humanitaria tendrá como objetivo satisfacer las necesidades básicas y reducir la vulnerabilidad a los desastres en el futuro.

9 – Somos responsables por aquellos a quienes tratamos de ayudar y por las personas o instituciones de las cuales aceptamos recursos.

10 – En nuestras actividades de información, publicidad y propaganda, reconoceremos a las víctimas de desastres como seres humanos dignos y no como objetos que inspiran compasión.