Cuando caminamos por nuestros jardines, patios, por las plazas del barrio, por cualquier espacio vegetal que nos oferta la naturaleza, y nos encontramos con un flor, suelen surgir varios sentimientos. La flor representa, irradia y activa muchas cosas en nosotros y nos conecta con algo superior, sutil, de una forma simple.

Gymnocalycium baldianum
Gymnocalycium baldianum

Trigueirinho (1931-2018) nos instruye en una de sus conferencias: “Las flores son muy receptivas. Y ellas son tan receptivas que si usted ama a una flor y si usted coloca un buen sentimiento en una flor, ella queda impregnada de aquel sentimiento y la flor transmite aquel sentimiento para cualquier persona que llegue cerca de ella. De forma que la planta o la flor es una especie de intermediaria”.

En el área donde esta asentada la Comunidad-Luz de la Hermandad, en la Sierras de Córdoba, Argentina, la vegetación nos hace sentir especialmente un aire de fortaleza y perseverancia. Y las flores tienen un papel muy importante en la expresión de esos atributos. La zona en agosto de 2020 fue azotada por terribles incendios, y más allá de la tragedia ambiental, se pudo vivir un gran milagro.

Flor de pessegueiro
Flor de pessegueiro

Giselle, residente de la Comunidad-Luz de la Hermandad nos cuenta su experiencia: “Fue notable la ayuda que el reino vegetal ofreció después de los incendios. Y fueron las flores, de una forma silenciosa, las que trajeron un restauración profunda a las áreas quemadas. Llenaron todo de color, de aromas, de vida, atrayendo también más vida para la regeneración de los Reinos de la Naturaleza. Esa regeneración lleva su tiempo, pero ellas abrieron un camino de cura para que eso sucediera.

Con su capacidad de renacer, supieron aprovechar las condiciones y, de una forma casi milagrosa, cubrieron las tierras grises de tonos rosados, lilas, celestes, blancos, regalándonos su esperanza y alegría en forma de armonía y belleza”.

Orquidea
Orquidea

Para conocer un poco más, nombramos algunas espacies típicas de la zona serrana, flores “guerreras”, austeras, delicadas, fuertes y bellas en su sencillez. Siguen las más destacadas:

  • Ruda, ruta graveolans
  • Chinita, zinnia peruviana
  • Flor de espinillo, «aromito», acacia caven
  • Flor de chañar, geoffrea decorticans
  • Pasionaria, passiflora
  • Santa Lucía, commelina erecta
  • Ramillete de campo, eupatorium arnottianum
  • Malvavisca, sphaeralcea cordobencis
  • Flor de seda, portulaca grandiflora
  • Caa pe mini, grindelia discoides
  • Campanitas, ipomea
  • Chilca, flourensia coolepis
  • Salvia azul, salvia gilliesii
  • Siempreviva, gomphrena pulchella
  • Bella de la noche, oenothera odorata
  • Topasaire, gaillardia megapotamica
Pasionaria
Pasionaria

La “Chinita del campo” es una de las flores más simpáticas que se expresan generosamente en estas tierras. Siendo una plantita muy poco exigente, de flor simple y alegre, nos acompaña con su presencia durante varios meses del año. No demanda cuidados, necesita poca agua, llegando a crecer inclusive entre las piedras y en lugares donde otras plantas no podrían desarrollarse.

Vinca Vinca
Vinca Vinca

El medicamento sutil que se elabora a partir de esta flor ayuda a serenar los pensamientos, a vaciar la mente. Así, irradiando su simplicidad, ayuda a curar los ruidos internos, a silenciar.

Como parte del servicio silencioso que ofrece el Reino Vegetal, las flores que se expresan en los espacios que habitamos traen mensajes de cura para aquello que más necesitamos.

Así nos sorprenden en nuestros caminos, trascienden distancias y nos irradian con sus colores, aromas y formas de armonía, acercándonos códigos sutiles a nuestras consciencias.