El 21 de marzo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de los Bosques. Esta fecha fue creada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2012 para concientizar y reforzar la importancia de los ecosistemas forestales para el desarrollo sustentable del planeta y la evidente urgencia en preservarlos.
Todo está interconectado
La gran variedad de especies que coexisten en los bosques, cerca del 80% de la biodiversidad del planeta, son importantes ecosistemas que se interrelacionan con la regulación del clima, el ciclo de las lluvias, la protección del suelo contra la erosión, la colmatación de los ríos y la sedimentación de las aguas.
El agua potable que bebemos está directamente ligada a los bosques. Según las Naciones Unidas, el 75% del agua potable del mundo viene de cuencas hidrográficas con bosques que protegen nacientes, ríos y lagos.
Más de mil millones de personas dependen directamente de los bosques para la alimentación, refugio, producción de energía y generación de ingresos, de acuerdo con los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La biodiversidad encontrada en los bosques responde por más del 40% de todos los medicamentos producidos en el mundo. Es un laboratorio vivo.
Aún así, inadvertidamente, los seres humanos derriban los bosques y provocan profundas alteraciones en toda la cadena que sustenta y regula otros ecosistemas, amenazando la existencia de la vida en la Tierra. Según datos aportados por la ONU, el mundo perdió más de veintiséis millones de hectáreas de árboles por año, en el período entre 2014 y 2018.
Una escuela de valores éticos
«La paz y armonía que sentimos cuando nos adentramos en un bosque son emanadas de un perfecto equilibrio natural que existe entre la multitud de seres que interactúan entre sí como una verdadera comunidad», explica el coordinador del Grupo de los Árboles de la Comunidad-Luz Figueira, Hernán.
Hernán agrega: «el bosque es una verdadera escuela. Una escuela natural donde se puede ver que cada especie tiene su espacio. Cada una va en busca del sol, de la luz necesaria, pero ninguna sobrepasa a otra compañera de especie que está al lado. Son códigos y valores éticos que los seres humanos necesitan asimilar en estos tiempos».
Para el coordinador del Grupo de los Árboles, la ciencia está confirmando ahora cosas que los antiguos, por medio de la observación y una comunión profunda con los reinos hermanos, ya conocían. Hay una conexión y un equilibrio perfecto entre todos los árboles, arbustos, microorganismos, bichos, pájaros que la creación colocó en un bosque nativo. Los árboles, por ejemplo, se ayudan cuando están enfermos enviándose sustancias que auxilian a las otras especies.
«Cuando una máquina entra en el bosque para cortar los árboles con ese ruido, está comprobado por la ciencia que sienten miedo. Saben que no es natural, que hay mucho peligro. Los seres humanos cuando se adentran en un bosque con una motosierra pueden parar un ciclo de vida, como ya hicieron en muchas partes del planeta. Bosques enteros ya fueron extinguidos».
Hernán también recordó las innumerables instrucciones impartidas por José Trigueirinho Netto, filósofo espiritual, sobre la importancia de los Reinos Vegetales. «Él nos alertaba sobre como los grandes árboles son los guardianes de los lugares y de las energías, e insistía con los cuidados que deberíamos tener para la preservación de estos seres», complementa.
Agrofloresta: integración y preservación
En la Comunidad-Luz Figueira y en otras comunidades y Núcleos-Luz, se está desarrollando un sistema que rescata los conocimientos ancestrales del cultivo. Conocido como Agrofloresta, este sistema preserva la originalidad del bosque unida con la plantación de diversas especies. Es la integración del bosque con la agricultura. Un ejemplo de buena práctica de integración y preservación. Hernán explica que este sistema «imita lo que la naturaleza hace normalmente, con el suelo siempre cubierto por la vegetación, muchos tipos de plantas juntas, unas ayudando a las otras, sin problemas de plagas o enfermedades».
«Desde que iniciamos este sistema notamos el cambio de consciencia vivido por los trabajadores rurales que actúan con nosotros. Ellos trabajaban de la forma convencional, limpiaban toda la tierra y la dejaban descubierta. Con el paso del tiempo, ellos mismo vieron como la naturaleza responde rápidamente cuando los seres humanos están favoreciendo ese código de armonía, abundancia y atención».
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