Procedente de la palabra francesa solidarité, solidaridad significa identificarse con el sufrimiento del otro, también remite a una responsabilidad recíproca. Como valor esencial, trasciende fronteras, culturas y credos y puede unir a personas y naciones en favor del bien común.

Con el objetivo de destacar la importancia de la acciones colectivas para superar los problemas globales y lograr los objetivos mundiales de desarrollo, la Organización de lasNaciones Unidas (ONU) estableció en 2005 la fecha del 20 de diciembre como el Día Internacional de la Solidaridad Humana. Construir un mundo mejor y más seguro para todos.

En ese día se refuerzan, con los gobiernos y los más diversos segmentos de la sociedad, diversas iniciativas y compromisos con acuerdos internacionales respecto de la necesidad de la solidaridad humana para contribuir a terminar con la pobreza. Entre las iniciativas organizadas por la ONU, se destaca la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que tiene 17 objetivos, divididos en metas.

El objetivo número 10 es “Reducción de las desigualdades”, que aspira reducir las desigualdades dentro de los países y entre naciones.

La Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional (FFHI), a través de su afiliada, FraternidadMisión Humanitaria International (FMHI), trabaja desde 2011 en misiones humanitarias, con el propósito de sembrar amor, paz en la humanidad y brindando asistencia a los que más necesitan.

En las enseñanzas de fraternidad, solidaridad, unidad y amor incondicional a todas las expresiones de la vida, transmitidas por uno de sus fundadores, el filósofo espiritualista, José Trigueirinho Netto, se encuentran los principales fundamentos de la práctica que ejercen los servidores humanitarios de la Fraternidad – Humanitaria ( FFHI) en sus acciones en diferentes misiones alrededor del mundo.

En este sentido, compartimos el relato del servidor humanitario y misionero consagrado, Luzío, en su trayectoria por el servicio desinteresado, la entrega de sí y el amor compartido con los más necesitados. ¡Acompáñenos!

Servidor humanitário e missionário consagrado, Luzío

Del voluntariado al servicio, del servicio a la consagración

Mi historia de voluntariado comienza hace casi 20 años, cuando estaba en la universidad. Vivía en Curitiba y atravesaba una pequeña crisis existencial, cuando una persona con la que compartí lo que estaba sintiendo me preguntó si alguna vez había pensado en hacer un trabajo voluntario. Esa pregunta fue bastante impactante en ese momento, me dejo intrigado porque tenía veintitantos años, era una persona de inclinación altruísta, aspiraba a un mundo mejor, pero la respuesta fue no, nunca había considerado seriamente ser un voluntario.

En ese momento, ya había leído La Profecía Celestina y aprendí a estar atento a las señales que aparecen en el camino. Entonces, cuando comencé a hablar esa misma semana con una joven que no conocía, en el Restaurante de la Universidad, y me dijo que formaba parte de un grupo que estaba haciendo trabajo voluntario en un barrio pobre de la ciudad, mis antenas comenzaron a emitir una lucecita roja y quise saber más al respecto. Ella me invitó a conocer el trabajo de OVO (Organización Vida y Oportunidad) y yo, nada discreto, acepté de inmediato.

¡Fue amor a primera vista (no sé si la expresión encaja aquí, pero traduce perfectamente el sentimiento)! Cuando fui por primera vez a conocer el trabajo de educación informal que OVO realizaba con niños y adolescentes en Vila Pantanal, un área de ocupación espontánea en la región de las nacientes del río Iguazú, me enamoré. OVO era una organización que nació a través del movimiento juvenil judío y se expandió a universidades de la capital. Mezclaba técnicas y juegos traídos de Dror, la pedagogía de Paulo Freire y la Educación en Valores Humanos de Sai Baba, además de contar con personas de diferentes ámbitos y con diferentes historias de vida. Éramos, como mínimo, ecuménicos y eclécticos, además de jóvenes y creativos.

No éramos muchos, pero hacíamos un trabajo hermoso. Trabajaba a tiempo completo en una empresa, pasaba horas del día viajando en autobús, estudiaba por la noche, hacía prácticas espirituales los sábados y pasaba las tardes enteras de los domingos en Vila Pantanal. Todos vivían una vida súper ocupada pero, aun así, encontrábamos tiempo para preparar las actividades en la hora del almuerzo durante la semana. Después del trabajo los domingos, nos reuníamos para evaluar la actividad, y uno u otro siempre decía: “Hoy estaba cansado, pensaba en no venir, pero ahora estoy tan lleno de energía que siento que recibí más de lo que doné ”. Este era siempre el sentimiento principal, que ya conocíamos del legado de San Francisco de Asís, pero que experimentábaamos en la práctica: «¡Es dando que se recibe!» Hasta el día de hoy, estoy agradecido de haber podido aprender de esos jóvenes maestros de compasión que marcaron mi vida.

Pues bien, esta experiencia de unos años en OVO abrió la puerta a lo que se convirtió en una forma de vida. El siguiente paso fue dejar de trabajar por dinero, una decisión muy compleja en pleno florecimiento de la vida, pero inspirada en el Evangelio del Maestro, que habla de los lirios del campo y las aves del cielo, y de buscar primero el Reino de Dios, porque todo lo demás viene por añadidura. Desición tomada, pie en el camino, y se me presentó un nuevo paradigma del voluntariado: el servicio al Plan Evolutivo. Cuando conocí la Comunidad-Luz Figueira y a José Trigueirinho, me di cuenta de que el camino que había elegido no tenía vuelta atrás, y más que una caminata, era una ascensión.

Fueron necesarios años para escalar la montaña para llegar al siguiente nivel, la consagración al Plan de Dios. Como misionero consagrada de la Fraternidad – Humanitaria (FFHI), vivo el servicio altruista como lo único necesario. Ya no pienso en términos de voluntariado, ya que el voluntariado es cuando dedicas una pequeña o gran parte de tu tiempo a una causa que no es central en tu vida. Cuando esta causa se convierta en el centro de tu vida, ingresamos en el servicio. Cuando esta causa se confunde con nuestra propia vida y la vida misma se convierte en un servicio, cuando no hay adentro ni afuera, ni ninguna otra razón para levantarse de la cama por la mañana, entonces has entrado en el camino de la consagración. Y creo que este es el destino de todo el que entra por la puerta del voluntariado …