Finalizó en la provincia de Salta, norte de la Argentina, la Misión Confraternizar de la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional. La misma se desarrolló del 12 al 26 de febrero, en cinco comunidades indígenas de la etnia wichi afectadas por inundaciones provocadas por las fuertes lluvias caídas en la región. Participaron 21 personas, algunas solo parte del periodo, entre misioneros, miembros de la Red-Luz Argentina, residentes de la Comunidad-Luz de la Hermandad y voluntarios locales.

Vestigios de las inundaciones en templo Wichi

Inicialmente, los misioneros debían actuar en la localidad de Santa Victoria Este (a 500 kilómetros al norte de la ciudad de Salta, capital de la provincia, y a 2.200 kilómetros de Buenos Aires, capital del país), inundada por crecidas sin precedentes del río Pilcomayo, pero en el trayecto se encontraron con núcleos aborígenes en los alrededores de la localidad de Tartagal (180 kilómetros antes del destino original),  que también estaban siendo afectados por las inundaciones y que, a diferencia de los pobladores de Santa Victoria Este, no estaban recibiendo ayuda de ninguna organización pública ni privada. Comprendieron que Tartagal era el lugar donde debían servir y se quedaron.

Acceso a la comunidad San Benito

“Está siendo una misión bien diferente, es como caminar totalmente en la fe”, había explicado el 14 de febrero la coordinadora de la Red-Luz Argentina/Región Norte, Mabel Jozami. “Las características principales de esta misión son la fe y la entrega para ser guiados desde lo Alto”, había complementado Helentiana, misionera de la Fraternidade.

Últimos días

En los dos últimos días de tareas de campo, los misioneros visitaron cuatro comunidades wichi. El 24 de febrero estuvieron en El Algarrobo y San Benito. Al día siguiente compartieron con los habitantes de Fwolit, El Mistol y nuevamente El Algarrobo.

El cacique reparte las donaciones recibidas

En El Algarrobo encontraron una aldea organizada. Los niños presentan mejor estado de salud y los adultos expresiones menos sufridas. El cacique, David Ascensio, posee un don natural de liderazgo y con un carácter tranquilo y silencioso se ocupa de cada familia y sus necesidades. Busca ayudar por medio de la venta de muebles que fabrica en una pequeña carpintería montada en el lugar. Algunas mujeres colaboran con la venta de artesanías elaboradas por ellas.

Estado de abandono

La comunidad de San Benito, entre tanto, se encuentra en una situación más precaria, encerrada por inmuebles particulares que deben atravesar para comunicarse con el mundo exterior. Su cacique, Reinaldo Arias, expresó su gran descontento por la falta de ayuda pública y privada. ¿Por qué quieren extinguirnos?”, se lamentó.

Terrenos inundables

En ambas comunidades, los misioneros compartieron una merienda, entregaron donaciones (alimentos y bolsas de rafia) y explicaron cómo podían construir un muro de contención de las aguas para evitar o, al menos reducir, las inundaciones de las que son víctimas. Las comunidades se encuentran asentadas en zonas bajas hasta donde confluyen todas las aguas de lluvia de Tartagal, lo cual, facilita las inundaciones.

Técnica para combatir los piojos

El 25 de febrero llevaron donaciones y enseñaron una técnica sencilla, con vinagre, crema y peine fino, para combatir los piojos muy presentes en todas las comunidades. Las madres agradecieron y admitieron que no sabían cómo resolver el problema.

La Misión Confraternizar constituyó, según varias participantes, una ampliación de la tarea con la Consciencia Indígena en suelo argentino ya que comenzó en las fechas en que debía realizarse el noveno encuentro de la Misión Chaco.

“Creo que lo que pudimos compartir fue un gran intercambio de amor, de compasión, de hacerles sentir que no están totalmente olvidados, como ellos se sienten, y de esa forma, por medio de juegos, de diálogos sinceros, de risas, de pequeñas ayudas materiales, pudimos confraternizar”, evaluó Alejandro.

«Como grupo, sentimos que esta misión no tiene límites y que las semillas de luz, unidad y amor sembradas tendrán sus frutos”, redondeó Florencia Biancalana.