Del 10 al 12 del mes de abril se llevó a cabo la 42.ª vivencia misionera organizada por la Fraternidade-Federación Humanitaria Internacional (FFHI), una especie de workshop de campo que forma parte de un ciclo mensual. En esta oportunidad  se desarrolló en la ciudad de Brumadinho, Minas Gerais, Brasil. Ciudad fuertemente impactada por la devastación gigantesca causada por la ruptura de una presa.

Alrededor de 24 voluntarios de ambos sexos, con edades oscilantes entre 23 y 72 años, atendieron el llamado a esta experiencia. Entre participantes de primera vez y  misioneros con trayectoria, representaron cinco países, Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Puerto Rico y Venezuela. Así como siete ciudades de Brasil tales como, Alegre, Batatais, Belo Horizonte, Brumadinho,  Carmo de Cachoeira, Salvador y Santos. De esta manera se configuró un equipo para dar continuidad a un trabajo en esa ciudad,  que ya había sido abordado por la FFHI. Todo desde el amor y el servicio.

Llegando y Accionando

Inmediatamente, sin pérdida de tiempo al llegar a Brumadinho, el grupo, atendiendo a la indicación de los coordinadores, formó un círculo en el cual  armónicamente se distribuyeron las tareas. En este sentido tres frentes de trabajo se definieron: Asistencia psicológica a las familias,   Hospital Veterinario y Hacienda abrigo de Fauna.

Una energía de convicción de que se estaba haciendo lo correcto envolvió al grupo. Cada quien en el sector asignado dispuesto a hacer lo que se requería en el momento. En cada área de trabajo el grupo fue recibido fraternalmente tanto por el personal, entre los veterinarios y otros profesionales, como por las familias de las víctimas. Así, llegando y accionando hacia un servicio que parecía aguardar por ellos, iniciaron su jornada.

Experiencias transformadoras

“Estaba bastante entusiasmado en cuanto a la experiencia que iba a vivir, sobre todo porque iríamos hasta el lugar real para prestar apoyo.” Compartió Tassio Tesser, joven brasilero de 28 años quien fue parte del grupo al que se le asignó la asistencia en la “Hacienda abrigo de Fauna”, lugar dedicado y exclusivo para el recibimiento de animales impactados por la ruptura de la presa.

“Al llegar allá, el grupo encontró la oportunidad de interactuar con aquellas criaturas, que con solo una mirada hicieron brotar el espíritu de compasión en nuestro corazón. A partir de allí estuvimos abiertos para cualquier tarea, desde limpiar los boxes, dar baño a los perros, pasearlos, jugar con ellos, entre otras tareas pero sobre todo darles mucho amor”, agrega. Y concluye agradeciendo a la FFHI por lo que él considera, “una gran oportunidad”. “La Fraternidade me dio la posibilidad de estar dentro de ese grupo de personas unidas en el propósito simple de hacer el bien universalmente”.

Juan Ríos, argentino de 66 años sintió que la experiencia fue bastante fuerte y al respecto comentó: “se percibe el consciente colectivo, como quedó la psiquis humana después de una catástrofe, mucho dolor miradas que reflejan tristeza, unos por los seres amados que perdieron, aunque hayan recuperado los cuerpos, y otros por los desaparecidos que es peor porque les es más difícil aceptar la realidad”.

“A  los animales también se les siente la tristeza que viven, pero tanto las personas como los animales en medio del dolor reciben tanta atención y cariño de los profesionales y misioneros que todo se transforma”.

“En el grupo que me correspondió participar fuimos al Hospital Veterinario Córrego do Feijão. Lo que toda la experiencia dejo en mi ser, fue sentir en todo momento que no éramos nosotros con nuestras limitaciones, sino Dios que actuó a través nuestro. Experimentamos la Unidad de Almas.»

Imer Gastón Capdeville, “misionero desde hace mucho años en la FFHI” y coordinador de esta vivencia conjuntamente con Mariandja, consideró que la vivencia fue “magnifica”, desde el punto de vista de la participación de los integrantes y el aprendizaje adquirido en la misma.

Comentó sobre el tercer día que cerró la vivencia: “El tercer día tuvimos un curso de psicología de emergencia para preparar a los misioneros frente a las situaciones extremas, de emergencia. Colocarnos ante eso, aprender a lidiar con las reacciones que las personas tienen normalmente en esas circunstancias y  apoyarlas en su trauma. Así como aprender a manejar nuestras propias emociones dentro de ese mismo marco caótico”.

Por su parte Mariandja (Luzia Serdano) quien compartió la guía del grupo en esta vivencia con Imer  Gastón y que además es la coordinadora del grupo de la Misión en Carmo de Cachoeira, expresó lo siguiente: “esta vivencia para mí va a quedar como emblema, porque se trataba de una bella osadía la de llevar una vivencia a una misión misma en un lugar de riesgo que incluía personas de primera vez tanto en la misión en sí como en la comunidad”.

“La vivencia tuvo una participación extraordinaria de todos los componentes, donde se percibió la experiencia de la unidad misma. Todos estaban comprometidos con la tarea y profundamente comprometidos con el trabajo que se realiza en Brumadinho cuando la Fraternidade llega».

“Quiero destacar que en la vivencia, el trabajo en sí mismo no se hizo sin esfuerzo, cuando nos dirigíamos a nuestros respectivos puntos de trabajo, tuvimos la experiencia, energéticamente fortísima, de pasar entre las minas. Eso resultaba un trabajo más grande que cualquier otro y un grado de exigencia de concentración y cuidado del grupo.  Pasar en el medio de las minas significa asistir a la muerte en todo sentido, incluso a la muerte de las montañas, de los vegetales…Felizmente el grupo correspondió incluso en los momentos más agudos. Estuvimos unidos y en oración”.

 

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