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Colaboradores de Casa Luz de la Colina, asociación afiliada a la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional y localizada en Carmo da Cachoeira, Minas Gerais, Brasil, se trasladaron el martes 11 de octubre a la ciudad de Boa Esperança, Minas Gerais, para realizar visitas domiciliarias a pacientes con cáncer asistidos por la Asociación de Voluntarios Vida Viva de esa ciudad. Varios hogares afectados por la presencia de la enfermedad fueron aliviados en su dolor con la música espiritual, las oraciones y la compañía fraterna que ofrecieron los visitantes.

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Gruta de oración de una paciente de cáncer.

Durante la visita los colaboradores conversan y, principalmente, escuchan a las personas enfermas, desgastadas  por los dolores físicos y emocionales, y agotadas por los largos tratamientos de quimioterapia y radioterapia que suelen realizar en ciudades que distan más de 100 kilómetros de sus casas. pero . Al conversar los comentarios muestran que algunos sobrellevan la enfermedad con fortaleza y otros menos. «

Chispa divina
Todas las personas nos reciben con tanto amor, tanta alegría y una chispa divina se enciende en sus ojos cuando comenzamos a conversar con ellos, a escucharlos y a cantar canciones cristianas o marianas», comenta Miriam Galvão, coordinadora de los servicios de asistencia social de Casa Luz de la Colina.
Un sentimiento de profunda unidad  nos envuelve a todos y nos olvidamos del tiempo; cuando nos damos cuenta ya pasaron 50 minutos, una hora y rápidamente debemos excusarnos y partir hacia otra casa donde nos aguarda otro hermano, otra hermana, con su propia historia y sufrimientos”, explica Miriam.

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Canciones espirituales fortalecen a los enfermos.

Don Pedro tiene  84 años. Por causa del cáncer le amputaron ambas piernas y perdió el movimiento en una mano. En su casa, ubicada en un pequeño establecimiento rural, vive acompañado por una hija con trastornos mentales y dos hijos que hacen todo para ayudar a la familia. Pero él, don Pedro, no pierde ni el buen humor que siempre le caracterizó ni la fe inquebrantable en Dios, en la Virgen y en los Santos. “El 1° de octubre fue el día de Santa Teresita del Niño Jesús”, comenta de pronto, con una voz apagada por los años y la dolencia.

Hora nona
Desde el polvoriento sofá, donde pasa la mayor parte del día, señala un desvencijado radiograbador y comparte que “todos los días escucha la Santa Misa y reza el Santo Rosario y la Coronilla a la Divina Misericordia”. Entonces da inicio al relato de su vida, sin que sepamos a ciencia cierta hasta que punto es real o imaginaria. Todo se interrumpe cuando  el reloj marca las tres de la tarde. Una voz interna le avisa que es hora de sintonizar la radio, él obedece. Los visitantes comprenden y deseándole que el Amor de Dios lo siga acompañando, se despiden “¡hasta la próxima visita, don Pedro!”. Él agradece con la máxima sonrisa que su desfigurado rostro le permite dibujar y desea a todos “que nuestro Señor Jesús los proteja”. A la distancia es posible verlo inclinándose dificultosamente sobre su compañero fiel, el antiguo aparato de radio, para proseguir con su diario ritual.

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Casa de Apoyo de Vida Viva en Boa Esperança.

Estas visitas se realizan desde hace cuatro años, en el marco de la colaboración que Casa Luz de la Colina brinda a la Asociación Vida Viva de Boa Esperança, entidad que desde el 2012 ofrece apoyo a un centenar  de enfermos oncológicos. Según cuenta Sildelia de Souza Guarda, una de las fundadoras de la Asociación, el soporte ofrecido incluye servicios médicos- y odontológico,  psicológicos y terapéuticos gratuitos, así como distribución de medicamentos, pañales y cestas de frutas y verduras. Poco a poco, el trabajo se fue ampliando y beneficiando también a familiares de los asistidos. El soporte psicológico alcanzó a los niños que quedaban huérfanos por causa de la enfermedad. La asociación cuenta hoy con 25 voluntarios y una funcionaria; vive de donaciones y de los recursos que obtiene con la realización de ferias de artículos donados y otras actividades a beneficio.