El servicio educativo desarrollado por la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional (FFHI), dentro de la Misión Roraima Humanitaria, está ganando rápidamente amplitud y profundidad, con el apoyo de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).

Comenzó en tres locales de acogida de venezolanos, en el estado de Roraima, en abril de este año, y en octubre llegó a otros cuatro. La intención es finalizar el 2018 con presencia en diez de los 13 albergues habilitados por la Operación Acogida del gobierno brasileño.

La iniciativa ya beneficia a más de 700 niños y jóvenes venezolanos amparados por el Brasil y la previsión es alcanzar a 1500 menores. En estos momentos están involucrados 72 educadores venezolanos –indígenas y no indígenas- y 17 brasileños; con la expansión del proyecto a 10 locales, se sumarán otros 27 orientadores venezolanos y seis brasileños.

Participantes

Además de Unicef, cuenta con el apoyo de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), NRC (Consejo Noruego para Refugiados), AVSI Brasil (Asociación Voluntarios para el Servicio Internacional-Brasil, socia de la Fundación AVSI de Italia), Proyecto Social Casa de los Niños, Setrabes (Secretaría de Trabajo y Bienestar Social del estado de Roraima), Fraternidad sin Fronteras, Iglesia Católica (parroquia de Pacaraima), Iglesia Metodista, entre otras organizaciones.

“Aquí, la educación no se restringe al aula, sino que se realiza durante todo el día, ya que alumnos y profesores convivimos en el mismo espacio, las 24 horas. Los niños están siempre muy pendientes de nosotros, nos tienen como referencia y nos llaman cada vez que enfrentan alguna dificultad”, describe Omerys Díaz, una de las maestras que llegó como migrante, a inicios de año, con una hija y un nieto.

Con 15 años de experiencia docente en Venezuela, ella es una de los 400 habitantes de Nueva Canaán, albergue de familias venezolanas, y fue una de las primeras en adherir al proyecto. “Para mí, ha sido una experiencia muy significativa y transformadora, porque está llena de valores: trabajamos mucho la solidaridad, el dar lo mejor sin esperar nada a cambio. Lo hacemos con mucho respeto y mucho amor”, testimonia.

Construcción colectiva

“Fuimos adecuando la escuela a las necesidades de los albergados, fue una construcción colectiva. Hicimos reuniones con los padres y les mostramos que no estábamos jugando, que realmente buscábamos garantizar a los pequeños un mínimo de educación, durante el periodo en que ellos se vean imposibilitados de acudir a una escuela regular. Les explicamos que necesitábamos de la ayuda de los adultos para que la experiencia pueda dar frutos. Conseguimos duplicar la asistencia de niños a las aulas”, explica la hermana María da Alegria, monja de la Orden Gracia Misericordia y una de las coordinadoras del proyecto educativo.

“Vemos al abrigo como una comunidad y la idea de esta escuela es trabajar con todos los miembros de la comunidad, no solo con los niños, sino también con los padres, los encargados, todas las personas que están aquí. Es una educación para todos. De nada sirve intentar pasar valores a los niños en el aula si al llegar a su carpa se encuentran con una realidad distinta”, complementa Maria do Carmo, voluntaria misionera de la FFHI, que actúa en el abrigo Nueva Canaán.

Protección de menores

El emprendimiento educacional, denominado “El Bien Común”, trabaja dos pilares: la educación y la protección de los derechos de niños y adolescentes.

En el campo de la protección desarrolla actividades lúdicas, musicales y recreativas que ayudan a aliviar las tensiones y estimulan la plena expresión de los menores. Trabaja la capacidad de concentración, memoria, convivencia armónica, espíritu de cooperación, como elementos coadyuvantes del proceso de educación.

Esa vertiente es acompañada por monitores especialmente entrenados para detectar y asistir a los niños que pasan por dificultades derivadas de la violación de sus derechos fundamentales. Los casos son auxiliados por un equipo de la FFHI integrado por un psicólogo, asistentes sociales y una especialista en protección de menores. Esta división deriva, y acompaña, los casos a la Red de Protección y Garantía de los Derechos Humanos del Niño y del Adolescente de Boa Vista (estado de Roraima), hasta su resolución final.

El proyecto “El Bien Común” ya es aplicado en los albergues indígenas Pintolandia (Boa Vista) y Janokoida (Pacaraima), así como en Nueva Canaán, Jardín Floresta, San Vicente, Rondon 1 y Rondon 2. Está prevista su implantación en los abrigos Helio Campos, BV-8 (Pacaraima) y Rondon 3, totalizando de esta forma 10 locales.