En un contexto de migración y refugio como el que se vive en la frontera venezolana con Brasil, la adaptación a una nueva vida, nuevas costumbres, un nuevo idioma es la realidad cotidiana que tienen que enfrentar los indígenas Warao, provenientes de la cuenca del río Orinoco – Estado de Delta Amacuro.

Vivir en un refugio temporario, que con el tiempo parece volverse permanente debido a la falta de perspectiva de resolución del conflicto que originó la migración, hace que los refugiados intenten rescatar y adecuar hábitos y tradiciones que practicaban en sus comunidades de origen, algunas originales y otras propias de la mezcla que vienen realizando con personas no indígenas a lo largo de los años.

Con la llegada de esta etnia, pronto se percibió que los niños, los jóvenes y la comunidad en su totalidad adoptaron el deporte como una forma de canalizar la energía que tiene la consciencia indígena y que, por el hecho de vivir en «comunidades», favorece la interacción social permanente de sus integrantes.

El voleibol y el fútbol son los deportes que practican con mucho empeño y esfuerzo. Se destacan por el juego de equipo y la buena capacidad física que tienen por naturaleza. Esta habilidad, que mostraron en la vida del refugio hizo que la Fraternidade-Federación Humanitaria Internacional (FFHI) fortaleciera e incentivara esta buena práctica, haciendo que la vida cotidiana en los refugios fuera más saludable y participativa.

La Fraternidade – Humanitaria (FFHI) es la gestora de los refugios indígenas Janokoida (Pacaraima) y Pintolândia (Boa Vista) y trabaja en asociación con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) dentro de la Operación Acogida, promovida por el Gobierno Federal en respuesta a la crisis migratoria  venezolana. El deporte es un recurso utilizado para desarrollar la educación en situaciones de emergencia, en sus misiones humanitarias.

El 6 de abril fue elegido por la ONU y el Comité Olímpico Internacional (COI) como el Día Internacional del Deporte porque entiende que es un herramienta universal para la promoción de la paz, la tolerancia, el desarrollo social y el estilo de vida saludable, valores que, en un contexto de refugio son indispensables para la salud de la comunidad acogida.

A fines de 2019, como resultado del proyecto implementado por los colaboradores de la Fraternidade – Humanitaria (FFHI) cuyo objetivo principal es la integración social con la comunidad anfitriona —brasileña—, el equipo de fútbol  infantil de refugiados indígenas del albergue Janokoida participó en el 1.er Torneo de Fútsal organizado por el Ayuntamiento de Pacaraima y alcanzó el primer lugar.

También, como fruto de este mismo programa y con el objetivo de interacciones positivas y constructivas con las comunidades indígenas locales, los niños y jóvenes del refugio participaron de una jornada deportiva y recreativa en la Comunidad Macuxi Bananal, disfrutando un día de prácticas deportivas y una convivencia pacífica entre ambas etnias.

Nicolás, voluntario de la Fraternidade Humanitaria (FFHI) y coordinador del proyecto deportivo, enfatizó que “lo más importante de este proyecto fue rescatar a los niños y jóvenes de la indolencia y el riesgo de adicciones que se ven favorecidas en un contexto de vulnerabilidad. A través de la práctica grupal positiva, es posible generar unidad entre los diferentes grupos y transformar el estrés en valores como el compañerismo y el respeto, fortaleciendo a los individuos y a la comunidad en sus aspectos físicos, sociales y espirituales».

En la situación actual de la pandemia de Covid-19, las medidas de aislamiento social han provocado que 509 personas indígenas del refugio Janokoida permanezcan dentro del albergue. Por iniciativa de la comunidad y sus líderes llamados «Aidamos» (caciques), organizaron campeonatos de fútbol y voleibol femeninos y masculinos y llamaron a estos eventos «Quédate en casa», un nombre que alude a la solicitud que las autoridades gubernamentales hicieron a la población brasileña como medida preventiva para el contagio de Covid-19.

En ese momento, para los indígenas albergados, el nombre del refugio en el idioma Warao adquirió una connotación aún más fuerte porque «Janokoida» significa «Casa Grande» (janoko = casa \ ida = grande), una casa que los acoge y les permite continuar su trayectoria, llena de desafíos y cambios. La Fraternidade Humanitaria (FFHI) continúa caminando Junto a este pueblo migrante.