Después de ocho misiones humanitarias en África en los últimos siete años, la Obra a través de la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional (FFHI) y la Orden Gracia Misericordia (OGM) pudieron conocer muy  de cerca algo de la dura realidad que enfrentan algunos países, como Etiopía, Kenia, Ruanda, Uganda, República Democrática del Congo, Egipto y Angola. Durante este período, creció en el seno de los voluntarios, tanto  monjes de la Orden Gracia Misericordia como misioneros de la Sociedad – misiones humanitarias Fraternidade-Misiones Humanitarias Internacionales (FMHI), la esperanza de un día fundar una base de  trabajo permanente en algunos de estos países.

Fue así como, año tras año, nuestra Obra fue madurando esta aspiración a través de la experiencia viva de la práctica misionera y anuncia hoy, en todo el mundo, la fundación en Angola de un Monasterio de la Orden Gracia Misericordia.

Para la Madre Teresa, coordinadora del Monasterio de Nuestra Señora de los Pobres y los Santos Inocentes, lo más importante en esta etapa pionera será un equilibrio entre la vida monástica y la  vida de prestación de servicio voluntario al prójimo: «Siento que esta misión aquí en África tiene dos vertientes: una es la vida monástica propiamente dicha y la otra es la vida de servicio, que  en principio se ofrecerá en apoyo de la Casa de la Infancia Santa Isabel que realiza un trabajo con los niños necesitados de  mucha atención y cariño. Y el Monasterio se suma a la tarea de servicio, especialmente en lo que respecta a la oración, una herramienta tan necesaria en estos días. Sentimos que una actividad se une a la otra, se complementan, se amalgaman. Es como si una cosa dependiera de la otra para que suceda”, recalca  Madre Teresa.

Madre Teresa continúa: «Acerquémonos al continente africano con toda humildad. Una actitud interna que proviene del reconocimiento del sufrimiento causado por la pobreza, el hambre, la guerra y, sobre todo, lo que el sometimiento causó y causa en el alma humana. Por lo tanto, para nosotros, la presencia de un Monasterio en África puede representar una nueva posibilidad de redención. No por casualidad, el Monasterio recibe como nombre de referencia a los  ‘Pobres y Santos Inocentes’, entonces nuestro corazón que aspira a construir esta unión con Dios y con la vida de Cristo, también debería estar ahí, tratando de reconocer a Cristo en cada hermano africano. Y esto debe hacerse con mucha gratitud.”