La acogida puede estar presente en las relaciones humanas a cada momento de la vida y su significado puede ir más allá de los conceptos preestablecidos por los derechos humanos.

«Un abrazo, una caricia, un calor fraterno…

Una cama calentita, una manta maternal, una sonrisa tierna…

La tierra, un cantero, un piso para poderse quedar…

Un tendedero con ropitas… señal de vida en una casita».

 «Es todo lo que quiero», continúa diciendo la joven, con aires de poeta, que llegó y fue acogida amablemente. 

Como ella, otras mujeres, muchas con niños, son guiadas para espacios acogedores. Personas frágiles o en condiciones de desamparo, huyendo de situaciones de inseguridad o simplemente solas. Pero todas necesitando de asistencia, de amparo, de afecto, de protección y hasta de corrección.

Generando condiciones de acogida

En una visión más amplia de la acogida, podemos registrarlo todo el tiempo en las relaciones humanas. En la interacción entre las personas, el verbo acoger resulta imprescindible, ya que promueve el acercamiento, el diálogo, hace que la comunicación se produzca.

La condición de acogida se puede iniciar con la persona que acoge sin prejuicios, tantos sociales como de cualquier otra índole. Escuchar, aceptar, recibir, acomodar, proteger, amparar: una simple mirada o un abrazo sincero pueden minimizar el sufrimiento del acogido. 

El tiempo de la resiliencia

La experiencia en la Casa de Acogida sugiere un cambio de comportamiento estimulado por el optimismo y la ampliación del modo de ver y sentir las situaciones que se presentan en la vida. 

«Lidiar con las dificultades y superarlas. Es fácil hablar acerca de esto cuando estamos acompañadas por personas amables y amorosas, como las que están en esta casa», dice la señora acogida.  «Llegué hasta acá porque mi salud no estaba bien, estaba cuidando de mi joven hija y de su hija, no tenía condiciones físicas ni emocionales para cuidar de las dos. Pasé por una entrevista en la ACNUR, que me trajo hasta aquí», continua la señora. «Ahora ya me siento bien y soy capaz de reintegrarme al grupo en el cual estaba para poder continuar en el camino que se presente», finaliza su testimonio con gratitud y con una emoción visible.

Un hogar temporal

La Casa de Acogida que la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional gestiona en la ciudad de Boa Vista (Roraima), posee una estructura física que se adapta para albergar temporalmente a un número pequeño de mujeres venezolanas indefensas, principalmente aquellas acompañadas por niños.

Ellas son entrevistadas, monitorizadas, medicadas, de ser el caso,  por voluntarias del área de la salud y estimuladas para que superen sus dificultades emocionales, para que puedan prepararse para el siguiente paso: y así tener el dominio sobre su propia vida, ser ejemplo para el niño que la acompaña y mostrarle que los infortunios de la vida pueden ser vencidos de acuerdo a los esfuerzos emprendidos.

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Servicio

Casa do Acogida

Boa Vista, Roraima