La convivencia cercana y diaria en los albergues logra que los oficios de enseñar y educar se mezclen, naturalmente, en los individuos con estas cualidades.

La condición grupal que los cientos de familias acogidas experimentan en los abrigos para refugiados venezolanos, incluyendo numerosos niños y adultos de diferentes formaciones culturales, ha despertado en algunos individuos de la propia comunidad acogida una nueva tarea: transmitir conocimientos.

A pesar de que la diferencia entre enseñar y educar es evidente, y que las clases están en recintos apropiados y horarios determinados, la convivencia entre los involucrados es integral. Alumnos y profesores se encuentran con frecuencia, en un intercambio mutuo de respeto y aprendizajes constantes.

 

Los papeles del profesor y del educador

Las diferencias que definen un profesor de un educador pueden estar cada vez menos distante en los días de hoy, debido a los numerosos métodos que se están empleando en las escuelas innovadoras. O sea, pedagogía Montessori, escuela Waldorf (pedagogía Waldorf-Steiner), entre otros métodos de enseñanza no convencional, que han inspirado a numerosos docentes a adoptar metodologías más humanitarias.

Un profesor, según Dicio Online, es «el individuo que enseña, implementa distintas disciplinas, materias, (…). Aquel que su especialización o formación académica es enseñar (…)». Educar, según el mismo diccionario es «Ofrecer a alguien lo necesario para que esta persona pueda desarrollar plenamente su personalidad. Intentar alcanzar un alto nivel de desarrollo moral, espiritual (…)».

De esta forma, podemos entender que el profesor sería el que enseña en las escuelas, el educador, aquel que enseña en la vida, en la familia. El profesor educador ha sido el ideal para muchos buscadores de una formación integral del ser humano.

El relato de una maestra educadora

«La experiencia de estar viviendo, aunque de forma temporal, en un contexto totalmente diferente de aquel en que siempre viví», nos cuenta la maestra Omeris. «Donde todos están juntos, familias enteras, parientes, amigos, desconocidos, muchos niños, y todos carentes de todo lo que se pueda imaginar»,   ella exterioriza, «El proyecto de educación llegó a la hora correcta. Aporta interacción entre padres e hijos, padres con padres, hijos con hijos, entre todos los de esta comunidad de albergados».

Por las mañanas o en el período de la tarde, si es lunes, sábado o incluso domingo, sin importar el día de la semana ni el horario, Omeris y su hija — también maestra—  en la tranquilidad de su carpa, ya se acostumbraron con los llamados frecuentes: «maestra, ¿ya es hora de la clase?», «maestra, ¿empieza la clase?», «¡maestra!». Los niños desacostumbrados a los horarios, o a la inclusión en la vida de compromisos, anhelan momentos grupales llenos de atención, novedades y aprendizajes.

 «Los padres, las familias, comienzan a sentirse más seguros, pues ahora hay una referencia temporal, un evento frecuente con horarios y tareas, como si fueran las márgenes de un río que encamina y da seguridad a las aguas», afirma la maestra, animada y llena de esperanza.

«A diario sentimos la importancia de estar insertos en esta gran comunidad que se ha convertido en el albergue Nueva Canaan», dice Omeris. «A veces una madre llega contando cómo su hijo está aprendiendo y ya enseñándole: «madre, ¿usted ya se lavó las manos?», «padre, la maestra dice que necesitamos cepillarnos los dientes siempre después de comer». Y todo es provechoso y da ánimo.

«Aquí, en esta condición en que vivimos, estoy teniendo un gran aprendizaje, tal vez el más grande de mi vida hasta ahora: ser maestra no solo es enseñar lo que la escuela tiene como contenido en su plan curricular, sino que ser maestra es una misión, es como mínimo estar presente, de verdad, en la vida del alumno como si él fuera nuestro propio hijo», reflexiona emocionada.

 La maestra Omeris, que tímidamente se involucró con la comunidad colaborando sin expectativas, y en seguida se insertó en la organización del servicio educacional, es ejemplo del liderazgo espontáneo que surge cuando el grupo está preparado.

Albergue Nueva Canaan

El albergue Nueva Canaan es un lugar de vivienda temporal para familias venezolanas con niños. Todos provienen de dificultades extremas en su país, y buscan ser acogidos, física y emocionalmente, para poder recuperarse y continuar con sus vidas.

El proyecto educativo recientemente ofrecido por la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional y socios institucionales está en fase de adaptación, pues el cuerpo docente pasó por reformulaciones de forma continua, debido a las condiciones de voluntariado y traslado de los venezolanos a otros estados del Brasil.

 

Albergue Nueva Canaan – Boa Vista/Roraima
Acoge a las familias venezolanas con niños
Clases para niños y adultos en distintos horarios
Curso de capacitación para maestros del abrigo