Reafirmando principios fundamentales para una educación del futuro

Celebrar el Día Internacional de la Educación en el contexto actual nos invita a hacer una pausa necesaria para mirar y reflexionar sobre las razones que nos mueven a la fertilidad en el campo de la Educación y ancla nuestro trabajo diario con los niños, las niñas y los jóvenes en el suelo del Colegio Parque Tibetano en Carmo da Cachoeira, Minas Gerais, Brasil.

Esta reflexión está en sintonía con el llamado universal para que en este día todos nos enfoquemos en la urgencia de los tiempos que vivimos y resaltemos la necesidad de buscar, en los diferentes ámbitos y dimensiones de la vida, formas de hacer realidad una educación de calidad que tiene en su horizonte, la garantía de la defensa de los derechos humanos universales y la reducción de las desigualdades.

Como sociedad, estamos llamados a reafirmar nuestra responsabilidad por una educación que salvaguarde la Vida, derecho inalienable de todos los seres, incluida la misma Casa que habitamos, el planeta Tierra. Como humanidad se nos insta a responder al desafío de vivir el tiempo presente, vislumbrando posibilidades para la educación de las generaciones futuras, la educación de la nueva humanidad. Como seres de este planeta, estamos llamados a recorrer conscientemente un nuevo camino, basado en la vivencia del respeto, del amor, de la paz, de la solidaridad y de la fraternidad en gestos y acciones que nos rescaten de la indiferencia y de la naturalización de la violencia, de la exclusión, del abandono, de la destrucción, de la separatividad, de la competencia y de todos los actos que forjan los escenarios planetarios en los que los problemas humanos y sociales están aferrados.

¿Qué caminos, entonces, podemos recorrer frente a los desafíos y escenarios abiertos en el actual contexto mundial? Avanzamos un poco más y nos preguntamos ¿qué futuro estamos construyendo los educadores del Parque Tibetano para y con nuestros niños y jóvenes?

Para ayudarnos en esta reflexión y traer elementos que nos permitan vislumbrar el rumbo del camino iluminado [1] del “futuro de la educación” y de la “educación del futuro”, buscamos inspiración en Mirra Alfassa, quien también nos ayuda a dialogar con el Proyecto Político Pedagógico de la Escuela (PPP), documento requerido para su funcionamiento legal y elaborado en el seno de la comunidad, a partir de procesos educativos y de gestión escolar.

También conocida como “La Madre”, Mirra Alfassa, de origen francés, tuvo su trayectoria vivida en Pondicherry, India, a principios del siglo pasado. Su biografía nos muestra cómo vivió y practicó las enseñanzas del Yoga Integral de la mano de Sri Aurobindo. A partir de esta experiencia y de su plena atención al fluir de su vida interior, formuló los principios de una Educación Integral y fundó el Centro Internacional de Educación. Alrededor de 1968, fundó Auroville, una comunidad reconocida por la UNESCO, también llamada la “Ciudad del Amanecer”, cuyo propósito es realizar la unidad humana comunitaria en la diversidad donde todos pudiesen vivir en armonía, independientemente de su nacionalidad, raza, creencia y política.

Con La Madre buscamos ver la luz que penetra por las rendijas de la ventana e ilumina el camino. En las rendijas, nuestro empeño por transitar hoy, la educación del futuro, creando las condiciones para que las futuras generaciones sean parte activa del mundo y no pasiva, limitándose a recibir y disfrutar de él y de sus recursos naturales de manera irresponsable.

Es así como es posible vislumbrar El camino iluminado, manifestado en dos principios del PPP de la Escuela del Parque Tibetano:

  • recorrer nuevos caminos en las formas de conocerse a sí mismo, al otro, al mundo, al Cosmos y a otras realidades aún no vislumbradas por la consciencia humana. Con un trabajo educativo intencional y sistemático buscamos ser conscientes de quiénes somos y del impacto de nuestra presencia y nuestras acciones en el mundo, en el planeta y en el universo.
  • vivir una Educación, entendida como germen de esperanza para un mundo mejor, ejercitando relaciones más humanizadas.

Para pensar y hacer educación es necesario enfatizar la urgencia de ocupar nuestro lugar en los procesos educativos, transitando un camino desconocido para nosotros y para quienes están bajo nuestra responsabilidad. Tenemos que arriesgarnos en la aventura de hacer algo nuevo teniendo como premisa el autoconocimiento y el autodesarrollo, con la confianza y la esperanza de que podemos forjar algo nuevo.

El niño lleva en sí la llama encendida de la esperanza, manifestada en sus gestos, en sus miradas, en sus respuestas a los desafíos de la vida que le rodea. Los adultos necesitamos ser conscientes de que nuestras acciones pueden ser el “ácido destructivo del ser, que quita la esperanza, la certeza, la confianza en las posibilidades futuras” (ALFASSA, 1984, p.11), o pueden mantener esa chispa de luz llameante. En un principio es una llama, “en su manifestación externa es aún joven, muy débil, no reconocida, ni siquiera sentida” (ALFASSA, 1984, p.11), pero está ahí en esencia e iluminará el nuevo sendero.

No es recurrir a nuevas formas de hacer las viejas formas de hacer educación, sino emprender un camino desconocido, abriéndose a los imprevistos que se dan en el encuentro, en el intervalo, trazándolo paso a paso, no siempre tan apacible y placentero, pero posible. A veces son estrechos, oscuros, rocosos y difíciles de atravesar. Mucha voluntad plasmada, mucho coraje sostenido. Pero hacer la travesía es la invitación a encontrarse con la experiencia del camino mismo, a ser atravesado por él y con ello ser un puente que une a otros caminos, a otros caminantes, a otras rutas, a otras trayectorias, a otras dimensiones de la realidad.

De hecho, estamos siendo confrontados, de manera muy urgente, con esta necesidad, y tan solo un acto de voluntad, de entrega y de Amor para vivir lo desconocido es lo que nos hará avanzar. Lanzarse por completo y tener espíritu de aventura son las bases para abandonar las viejas formas de ver el mundo, la vida, los niños, la educación, la naturaleza, el universo, que llevaron a la humanidad a consolidar prácticas escindidas y exploratorias de todo y de todos, y que actualmente nos coloca ante la complejidad de la crisis que estamos viviendo.

Creemos que estamos, al igual que La Madre, asistiendo al nacimiento de un mundo nuevo y que “el camino que conduce a él es completamente nuevo, nunca antes trazado, nadie ha llegado allí” (ALFASSA, 1984, p. 9), y tenemos la confianza de que estamos sentando los ejes para construir los puentes del nuevo camino.

[1] Título homónimo de la versión electrónica “O “O Caminho Ensolarado – Passagens de Conversas e Texto d’ A Mãe” (abril/2012), traducidao al portugués por Carlos Henrique de Andrade, con la colaboración de Lílian Faria Ferreira, del original The Sunlit Path – Pasajes de Conversaciones y Escritos de LA MADRE”, Sri Aurobindo Ashram Trust, 1984, Pondicherry, India. A lo largo de este artículo se utilizarán pequeños extractos de esta obra de La Madre, que serán indicados por el número de página.//
[2] Fuente: https://auroville.org/language/es , consultado el 18/01/2022.