casa-luz-colina-haciendo-florecer-la-paz-02Casa Luz da Colina, entidad afiliada a la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional, organizó el encuentro que, bajo el nombre de “Haciendo florecer la paz”, tuvo por objetivo promover en los participantes la búsqueda de la paz interior, en un contacto consciente con la naturaleza. El sábado 8 de octubre, 30 niños y jóvenes de las ciudades de Carmo da Cachoeira y Boa Esperança, ambas del estado de Minas Gerais, Brasil, vivieron esa experiencia.

El  trabajo se realizó en la sede de la institución, en Carmo da Cachoeira, con niños y adolescentes que la misma acompaña hace algunos años. La idea fue aprovechar el inicio de la primavera para acompañar el ritmo de la naturaleza y en contacto con ella hacer florecer la paz en el corazón de cada niño y joven. “En momentos que en muchos lugares del planeta reinan el caos, la guerra, el desorden, la desarmonía, tanto en las familias como entre las naciones, consideramos importante recordar que es posible contribuir con la paz buscándola primero dentro de nosotros mismos, tal como nos enseñan los Mensajeros Divinos”, explicó la hermana María Inmaculada, monja de la Orden Gracia Misericordia, responsable por Casa Luz de la Colina del servicio social al sector infanto-juvenil.

casa-luz-colina-haciendo-florecer-la-paz-03El ejercicio consistió en una caminata por ambientes naturales, con paradas para observación de detalles y reflexión sobre las enseñanzas que aportan al Reino Humano, los Reinos Mineral, Vegetal, Animal y Dévico, interactuando en perfecta paz y armonía. Como apoyo, cada participante recibió un papelito con reflexiones sobre la naturaleza, que eran leídas en las paradas.

“Aclaramos que no se trataba de un paseo más, sino de una oportunidad para percibir la naturaleza con todos los sentidos externos (vista, olfato, oído, gusto, tacto) y con los sentidos internos del corazón”, puntualizó la hermana María Inmaculada. Durante una pausa para la merienda también fue trabajado el uso consciente del gusto, cuando fue pedido que todos sintiesen el sabor de las frutas que comían.

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En cierto momento, el paseo llegó hasta la naciente que abastece a Casa Luz de la Colina, la cual, está bajo tierra. Allí fue explicado que así como esa fuente de agua no está visible también existe dentro de cada uno la Fuente de la Misericordia, que no es posible verla con los ojos físicos pero sí sentirla con el corazón. “Les dijimos que esa Misericordia proviene de Dios, nos perdona y nos alienta a perdonarnos por nuestros errores continuos como seres humanos, así como a perdonar al hermano para encontrar la paz en nosotros e irradiarla hacia los demás”, prosiguió.

casa-luz-colina-haciendo-florecer-la-paz-05Concluida la caminata, los participantes tuvieron un periodo de descanso y luego se abocaron a volcar en el papel, con la ayuda de lápices de colores y pinceles, “la foto que cada uno había captado con los sentidos y había guardado en el corazón”. A continuación compartieron el almuerzo y posteriormente el momento de la quietud, que consistió en un instante de “silencio, de respiración consciente, de asimilación de lo que habían vivido, fue muy lindo y hasta los más inquietos consiguieron aquietarse”, contó la monja.

casa-luz-colina-haciendo-florecer-la-paz-06Por último, cada participante eligió entre tres actividades: la primera consistió en completar la elaboración del mandala (la foto del corazón), utilizando los elementos recogidos en el camino: flores, hojas, ramas, etc.; la segunda fue confeccionar una guirnalda para ser usada en la cabeza; y la tercera, plantar lirios en los alrededores del Monasterio de la Sagrada Caridad de San José. El encuentro finalizó con una merienda y la entonación de la canción “Bienaventurados”. “La canción fue un momento de agradecimiento a Dios por la experiencia compartida y una forma de pedirle que hiciera llegar a todos los niños del planeta la paz que nosotros podíamos disfrutar”, concluyó  la hermana María Inmaculada.