El 18 de mayo está marcado como el «Día nacional para combatir el abuso y la explotación sexual de la infancia y del adolescente». En todo Brasil, varias organizaciones que trabajan en el campo de los derechos de niños, niñas y adolescentes se están movilizando para crear consciencia, informar y hacer un llamado a la sociedad en su conjunto para que participe de la defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes, pues es necesario garantizarles el derecho a su desarrollo de una manera segura y protegida.

En 2018, Brasil registró más de tres casos de abuso sexual contra infantes y adolescentes cada hora; este número equivale a más de treinta y dos mil casos ese año, la tasa más alta de notificaciones registrada por el Ministerio de Salud. Alrededor del 90% de la violencia es cometida por personas que tienen la responsabilidad legal de cuidarlos o que viven con ellos a diario: hermano, padre, padrastro, tío, abuelo, vecino.

Campañas como Haga algo Lindo – Olvidar es Permitir. Recordar es Combatir contribuye para que se denuncien las violaciones de los derechos a los organismos competentes e incluso triplican el número de quejas durante la semana de la Campaña del 18 de mayo.

18 de Maio – dia de combater o abuso e a exploração sexual infantojuvenil

Los niños y adolescentes en tránsito también son susceptibles a estas y otras formas de violencia. Los más vulnerables son, especialmente, aquellos que viajan solos o que están separados de sus familias.

El gestor general de la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional (FFHI), fray Luciano, señala que “las situaciones de extrema pobreza, conflictos, desigualdades sociales y económicas generan factores que hacen que la explotación sexual, el tráfico de niños, la estimulación de adolescentes y mujeres a la prostitución y el trabajo forzado emergen en las crisis humanitarias”.

En Roraima, la Fraternidade – Humanitaria (FFHI), socia ejecutora del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), es la administradora de una casa de protección, la Casa de Acogida, donde las mujeres y la población LGBTQI + sobrevivientes de violencia basadas en género. Además del trabajo específico en la Casa de Acogida, todos los refugios administrados por la Fraternidade – Humanitaria (FFHI) tienen un equipo de protección: Oficial y Administrador de Casos, Punto Focal Nocturno, Oficial de Participación Comunitaria y Punto Focal de Salud. Un equipo multidisciplinario que se propone a ayudar y ser un referente a cualquier situación de violación de derechos, ocurridos dentro o fuera de los refugios.

«La participación de los misioneros es un punto muy importante en la respuesta complementaria del equipo técnico, brindando aliento y espacio para el diálogo y la pacificación», agrega Clara, misionera y directora y regional de la Fraternidade – Humanitaria (FFHI).

Anderson, misionero de la Fraternidade – Humanitaria (FFHI) explica que después de que las víctimas de violencia reciben más atención de emergencia técnica, como la separación del agresor, la denuncia, la atención médica y psicológica, la intención es integrar a la víctima nuevamente en una dinámica colectiva saludable, ya sea en el refugio, en la escuela o en lugares a los que anteriormente asistía la persona, y luego comenzar la asistencia con las técnicas de Pedagogía de Emergencia.

“Los trabajos con la Pedagogía de Emergencia, especialmente aquellos dirigidos a la expresión artísticas de las emociones, ayudó a muchos niños y especialmente a las adolescentes a restablecer el vínculo con ellas mismas. Obras como la acuarela, la pintura de mandalas, el canto y la danza, hicieron posible que los sentimientos y emociones traumáticos fueran resignificados, traducidos y revistos ​​de forma de dar una sensación de reorientación en la vida de las personas afectadas por este tipo de violencia. Trabajar en conjunto con personas del mismo grupo etário, en un entorno seguro y sin prejuicios, también fue crucial para la reinserción y la superación de vivencias-límite”, explica Anderson.