Como en todas las sociedades humanas, la alegría puede estimular un estilo de vida más dinámico y productivo.

La alegría ha sido un impulso para motivar a los indígenas de la etnia Warao y Eñapa, refugiados en la región urbana de la ciudad de Boa Vista y es un indicativo para una mejor salud emocional y  una  mayor confianza en un futuro que aún es incierto.
En momentos de aprendizaje e interacción social, renacen en sus fisonomías la sonrisa fácil y la esperanza por una vida más digna.
Las razones para este cambio de predisposición emocional son los programas educativos y las actividades de entretenimiento, que se desarrollan a través de la iniciativa conjunta de instituciones asociadas.

Una relación de ayuda mutua 

Son las seis de la mañana, el día comenzó a amanecer En el abrigo indígena de Pintolândia, en medio de la ciudad de  Boa Vista,  desprovisto de la usual naturaleza exuberante de bosques y ríos, sus habitantes comienzan a deambular buscando actividades que simulen un día a día normal, y, posiblemente, saludable.
Los niños son los primeros en despertar y celebrar el nuevo día. Son más de trescientos niños en un total de aproximadamente seiscientos indígenas refugiados. Cada familia agrupa a numerosos hermanos y primos, tal vez algunos hijos de amigos. Ellos vinieron juntos en la búsqueda de una mejor condición de vida.
La escuelita improvisada en un ático, con mesas y sillas, espera a sus estudiantes entusiasmados con sus respectivos padres, tan entusiasmados como sus hijos y los profesores, elegidos entre la comunidad abrigada. Todos se sienten felices y contagiados con la alegría que sus nuevos quehaceres desencadenan.

 El mecanismo de la alegría

En su habitat natural, los pueblos originarios en su interacción con los Reinos de la Naturaleza, tiene el privilegio de satisfacerse con la abundancia de recursos que el bosque les ofrece. La alegría se instala espontáneamente, pues existe el equilibrio natural entre los agentes bioquímicos que la producen.
Como sabemos, las endorfinas y otros mecanismos bioquímicos al ser fabricados por ciertas actividades como son los ejercicios físicos, la ingestión de ciertos alimentos, entre otras actividades, son fabricados por nuestro organismo de forma natural, alimentando la sensación de bienestar y como consecuencia, de felicidad y alegría.

Cambios de hábitos

«Cuando se crearon los grupos de estudios, con los niños y con los adultos, pareciera que sus vidas ahí adentro se habían transformado», relata un voluntario. Continúa, «la mayoría de ellos casi no tenían contacto con horarios, con los relojes, pues su tiempo estaba marcado por las efemérides de la naturaleza. Entonces, cuando los horarios de las clases fueron puntualizados, sus vidas comenzaron a ser diferentes. Se veía en el rostro de los niños la alegría de estar preparándose para la hora de la clase, en el rostro de los padres también se veía el orgullo de estar llevando al niño a un compromiso».
De esta manera, además de ser un estímulo para la actualización cultural y la adecuación a un nuevo estilo de vida, la educación puede convertirse en un motivo para la elevación de la autoestima, a través de las sensaciones de bienestar que, a su vez, ocasionan reacciones de felicidad.
En los salones de las aulas improvisadas, padres e hijos, o sólo los hijos, tratan de acercarse más a la realidad externa que ahora deben vivir, ahora aprendiendo el idioma de la nueva tierra, ahora reviviendo y perpetuando la cultura de sus ancestros.
En la mayoría de los espacios del Abrigo de  Pintolândia, los niños corren con sus juegos peculiares. Los adultos sonrientes con sus miradas amorosas, acompañan las carreras y los juegos infantiles como si estuvieran en el medio del bosque, usufructuando de una energía  vital, plena y vivificante.
Afirma un warao: “estamos agradecidos con los brasileños por darnos la oportunidad de insertarnos en su cultura a través de la educación y también poder mostrar nuestra cultura”. Continúa, “estamos aún más agradecidos por tratar de traernos de vuelta la alegría de vivir».

 

INFO

Misión Roraima Humanitaria

Abrigo de Pintolândia | Boa Vista – Roraima

Acoger familias indígenas venezolanas

Clases en diversos horarios con profesores indígenas venezolanos y profesores brasileños:

– educación básica (7 a 10 años – 11 a 18 años)
  • formación pedagógica