Los misioneros de la Misión Grecia, emprendimiento coordinado por la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional, están desempeñando sus tareas con plena consciencia de que lo más importante es poner el corazón en cada servicio, por más pequeño que sea, para que las energías de amor y fraternidad puedan aliviar el sufrimiento de los refugiados en el país helénico.

“Los pocos momentos que podemos compartir con ellos son experiencias simples pero que permiten alcanzar contactos verdaderos y sinceros, siempre con un espíritu de compasión, de fraternidad, de amor, para con estos hermanos que buscan una nueva vida”, destaca Imer, misionero de la Misión Grecia.

Fila de refugiados frente a la oficina de asilos

El mismo relata que hasta el momento han tenido ocasión de conocer a refugiados de países africanos como Sudán, Congo, Marruecos, Argelia y Egipto, así como de países asiáticos como Irak, Afganistán, Tailandia, Filipinas e India. Muchos fueron contactados durante visitas a campos de detención de refugiados ilegales existentes en diversas ciudades de Grecia y otros, los refugiados con documentación al día, durante las refecciones y distribución de ropas de donación. En todos los casos, los misioneros de la Fraternidade apoyan servicios brindados por las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa de Calcuta así como por la organización católica Caritas Hellas.

Distribución de ropas en las calles de Atenas

“Cada misión envuelve siempre algo que va más allá de los servicios. En un simple acto de entregar una ropa, un abrigo, si uno consigue hacerlo con mucho amor, mucha paz, mucha gratitud, eso construye otra vibración, porque ya no es solo quedarse en lo externo, en el simple asistencialismo”, dice Rosineide Freitas, otra misionera de la Misión Grecia.

“Una cuestión que siempre nos planteamos como misioneros es nuestra postura, la cual, debe estar siempre bien interiorizada y sabemos que nuestra personalidad debemos minimizarla al máximo para que esa entrega sea lo más verdadera, profunda, real y útil para quienes pasan por grandes necesidades”, reflexiona Teresa, también integrante de la Misión Grecia.

Comedor de las Misioneras de la Caridad

“Cuando conversamos con algunos refugiados notamos que ellos no quieren revivir las situaciones de dolor que pasaron. Prefieren hablar de sus esperanzas, del futuro. Todos vienen de países con situaciones políticas complicadas, situaciones de guerra, de miseria”, prosigue Rosineide. “Me llamó la atención –refiere la misionera- un hombre de Camerún. Yo le pregunté sobre sus aspiraciones en estos momentos y él respondió: Yo oro a Dios todos los días para que me dé luz, para que yo pueda ver cuál es Su plan para mi vida, porque fue Él quien me trajo hasta aquí, yo conseguí liberarme de todo lo que vivía en mi país gracias a Él y entonces Él tiene un plan para mí, así como para todos los amigos que vinieron conmigo”.

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